Tirada de cortesía equinoccial

Entre los más conocidos están la cal, la sosa y la potasa: álcalis acuosos, álcali concentrado 2 Álcali blanco Geol El de sodio, con un pH menor de 8.

alcalino adj Quím Que tiene las propiedades de los álcalis; que neutraliza la acción de los ácidos: agua alcalina, metales alcalinos, reacción alcalina. alcaloide s m Quím Sustancia nitrogenada de origen vegetal que se obtiene generalmente en forma de una solución acuosa básica. alcantarilla s f 1 Conducto subterráneo que recoge y da paso a las aguas pluviales y residuales; agujero y coladera que lo comunican con la calle: azolvarse una alcantarilla, caerse en una alcantarilla 2 Construcción o paso que se hace debajo de una carretera, terraplén de ferrocarril, camino, etc para que circule el agua 3 Rural Depósito para almacenar y distribuir agua potable.

Crece en terrenos secos, se cultiva en tierras del Mediterráneo y en la India. alcatraz s m 1 Zantedeschia aethiopica Planta de la familia de las aráceas, erecta, perenne, de hojas grandes y aflechadas; sus flores son muy pequeñas y dispuestas en un eje amarillo y carnoso que está envuelto o rodeado por una gran bráctea blanca y petaloide en forma de cucurucho.

alce s m Rumiante de la familia de los cérvidos, de aproximadamente 1. Tiene el hocico muy grande, con el labio superior curvado hacia abajo y enormes astas —propias del macho— anchas y en forma de pala.

Su piel es muy apreciada en peletería. Habita en las zonas árticas de América y Euroasia; anta, ante. alcohol s m 1 Líquido incoloro, inflamable, capaz de evaporarse sin ser calentado y de disolver un gran número de sustancias. Se obtiene de la destilación de sustancias vegetales como la caña, la remolacha o la uva, o sintéticamente.

Se usa en la fabricación de antisépticos, como conservador y como disolvente 2 Alcohol etílico El que se obtiene de la destilación de jugos y sustancias azucaradas previamente fermentados.

Se utiliza en medicina, en perfumería y en la fabricación de licores 3 Alcohol metílico El que se obtiene de la madera; es muy venenoso y se utiliza para disolver aceites 4 Alcohol desnaturalizado Aquél al que se ha añadido alguna sustancia para evitar que se beba.

alcoholismo s m Enfermedad provocada por el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas y por la adicción que esto crea en el enfermo. aldehído s m Quím Tipo de compuestos orgánicos que resultan de la oxidación de ciertos alcoholes; su molécula contiene el grupo funcional o radical monovalente -CHO; por sus propiedades reductoras se utiliza en la industria y en el laboratorio: aldehído acético, aldehído acrílico Síncopa de al cohol y dehid rogenado.

aleatorio adj Que sucede o aparece sin que se pueda prever, sin estar determinado por ley o hábito alguno, por pura suerte, al azar; casual: un acontecimiento aleatorio, un número aleatorio.

alegoría s f Representación o expresión de una idea por medio de varias imágenes, figuras o símbolos; por ejemplo, la alegoría de la justicia es una mujer con los ojos vendados que tiene una balanza en una mano y una espada en la otra.

alegórico adj Que se relaciona con la alegoría, que la utiliza o se expresa por medio de ella: narración alegórica, alegórico como un evangelio. alegría 2 s f 1 Semilla comestible de la planta herbácea del mismo nombre, blanca, lisa, brillante, ligeramente aplanada y pequeñísima como la del ajonjolí; se emplea en la elaboración de atole, tamales y golosinas 2 Dulce en pasta hecho con esta semilla y miel de piloncillo; suale, zual 3 Amaranthus leucocarpus Planta herbácea, anual, de la familia de las amarantáceas, de metro y medio de altura, tallo rojizo, ramificado casi desde la base y marcado con estrías longitudinales; hojas alternas, ovadas, agudas y pecioladas; flores muy pequeñas en panículas terminales o axilares hasta de 50 cm de largo, muy ramificadas; el fruto es una capsulita que contiene una sola semilla.

Se cultiva en climas cálidos y templados, en terrenos sueltos, fértiles, muy húmedos y permeables. Su cultivo, entre los aztecas, era objeto de múltiples ceremonias religiosas; huautli, huautle, chía de chapata. alejandrino 2 adj y s 1 Que es originario de Alejandría o que se relaciona con la cultura que se desarrolló en esa ciudad 2 Relacionado con Alejandro Magno el imperio alejandrino.

alemán 1 adj y s Que es originario de la República Federal de Alemania o de Alemania, o que se relaciona con este país: literatura alemana, pan alemán 2 s m Lengua germánica que se habla en Alemania, Austria y Suiza: tomar clases de alemán.

alentador adj Que alienta, que infunde ánimo o supone alguna esperanza: resultado alentador, perspectivas alentadoras.

alergología s f Parte de la medicina que se ocupa del estudio y tratamiento de las alergias. Expresión que indica precaución ante un peligro. alfabetización s f 1 Enseñanza de la escritura y la lectura: programa de alfabetización, alfabetización de adultos 2 Ordenación de algo según el orden del alfabeto: alfabetización automatizada.

alfabetizar v tr Se conjuga como amar 1 Enseñar a alguien a leer y escribir 2 Ordenar algo alfabéticamente: alfabetizar fichas bibliográficas.

alfabeto s m Conjunto ordenado de letras o signos con que se escribe convencionalmente una lengua o se representa un lenguaje: alfabeto latino, alfabeto morse, alfabeto griego. alfalfa s f 1 Medicago sativa Planta herbácea perenne, de la familia de las leguminosas; su raíz mide 9 m o más, lo que le permite sobrevivir largos periodos de secas; tiene tallos delgados, erectos, muy ramificados, que miden de 60 a 90 cm de altura; sus hojas oblongas y ovaladas tienen tres folíolos; sus flores en racimos son libres y pequeñas, y según la variedad son moradas o amarillas; el fruto maduro es una vaina curva de color café, ligeramente vellosa, que contiene semillas más o menos ovaladas o arriñonadas, de color entre amarillo verdoso y café claro, que miden aproximadamente un milímetro y medio.

Se cosecha continuamente mediante cortes espaciados con ciertos intervalos, y se utiliza principalmente como forraje para el ganado 2 Caló Comida. alfarería s f 1 Arte y técnica de fabricar objetos de barro, especialmente ollas y vasijas: La alfarería de San Pedro Tlaquepaque 2 Lugar donde se fabrican o venden estos objetos.

alféizar s m 1 Hueco o corte del muro alrededor de una puerta o ventana 2 Superficie horizontal que se forma al dar vuelta el muro en la parte inferior de una ventana y que abarca de un lado y otro de ésta el grueso del muro 3 Marco del vano de una puerta o ventana, donde encajan la hojas con que se cierra.

alférez s m y f Mil 1 Oficial encargado de llevar la bandera o estandarte 2 Oficial del ejército con el grado inferior de la carrera 3 Alférez de fragata Oficial de la marina de grado semejante al de teniente del ejército de tierra. alfombra s f Tejido, generalmente suave, mullido o afelpado, de lana o de otros materiales, con que se cubre el piso de una habitación, de una escalera, etc: una alfombra de nudos, las alfombras persas.

alforza s f Parte de la tela que se pliega o se dobla en ciertas prendas de vestir, generalmente como adorno o para estrecharla.

alga s f Planta talofita, unicelular o pluricelular, que realiza fotosíntesis; vive de preferencia en el agua. Se utiliza en la alimentación humana y animal, como abono para la tierra y en la elaboración de sustancias empleadas en la industria. álgebra s f 1 Parte de la matemática que se ocupa de los valores numéricos valiéndose de letras u otros símbolos para representarlos, de manera que puedan hacerse simplificaciones y generalizaciones; sistema de operaciones que emplea esta representación: curso de álgebra, problemas de álgebra 2 Álgebra de la lógica Fil Aplicación de los principios del álgebra matemática a las postulaciones y operaciones lógicas.

Sus resultados más importantes han sido recogidos por la lógica matemática o simbólica 3 Med Arte de poner en su lugar los huesos que se han dislocado; álgebra quirúrgica. algebraico adj Que pertenece al álgebra o se relaciona con ella: operaciones algebraicas. algodón s m I 1 Material fibroso formado por filamentos largos, blancos, suaves y entrelazados, de aspecto esponjoso, que se obtiene de la semilla del algodonero.

algodonero 1 adj Que pertenece al algodón o se relaciona con él: industria algodonera, campo algodonero 2 s m Planta arbustiva de la familia de las malváceas, de hojas alternas con tres a cinco lóbulos, flores de color amarillo pálido o rosadas, a veces con una mancha roja en la base.

alguacil s m 1 Der Funcionario de la administración de justicia que ejecuta las órdenes de un juez o un tribunal 2 Agente de policía, gendarme que oficiaba como auxiliar de los comisarios de los pueblos o vecindarios rurales 3 Tauro Alguacilillo 4 Calocitta formosa Pájaro córvido, de canto estridente y monótono; tiene de 20 a 28 cm de longitud, el dorso de su cuerpo es azul brillante y el vientre blanco.

Arriba de la cabeza tiene una notoria cresta de plumas erizadas hacia adelante, y detrás de la garganta tiene una delgada banda negra a manera de collar; se le atribuye la costumbre de escapar graznando cuando ve gente armada, con lo que alarma al resto de los animales; chismoso 5 Alguacil de moscas Pequeño pájaro tiránido o papamoscas, de color olivo grisáceo en el dorso y amarillo pálido en el vientre.

alhelí s m Mathiola incana Planta herbácea de la familia de las cruciferas, de hojas alternas, alargadas y blanquecinas, flores en espiga simples o dobles, de distintos colores y perfumadas.

Se cultiva como planta de ornato. alimenticio adj 1 Que alimenta o nutre: sustancia alimenticia, complemento alimenticio 2 Que pertenece a la alimentación o se relaciona con ella: régimen alimenticio, industria alimenticia.

alimento s m 1 Toda sustancia que sirve para nutrir a los seres vivos 2 pl Las comidas diarias de una persona: el desayuno, la comida y la cena. almeja s f 1 Molusco marino o de río de la clase de los lamelibranquios y de distintos géneros, que vive enterrado en la arena o en el lodo; tiene una concha compuesta por dos piezas llamadas valvas, de forma oval y unida por uno de sus extremos.

Su carne es comestible y su concha se emplea para elaborar artesanías, botones, etc. almendra s f 1 Fruto del almendro, semejante al durazno o a la ciruela, pero de pulpa seca 2 Semilla comestible que se encuentra dentro del hueso de este fruto, mide 1.

almendro s m 1 Terminalia catappa Árbol de la familia de las combretáceas que llega a medir hasta 20 m de altura, tiene las ramas extendidas, hojas abovadas de 15 a 30 cm de largo y flores en espigas axilares; su fruto es una drupa leñosa de unos 5 cm con una semilla comestible en su interior.

De su corteza y raíz se extrae tanino, sustancia que se emplea para curtir pieles. Es originario de Asia y se cultiva en algunas regiones de climas cálidos del país 2 Prunus amygdalus Árbol de la familia de las rosáceas que mide de 6 a 8 m de altura, de hojas oblongas, flores rosadas o blancas, y cuyo fruto es la almendra.

Es originario de África y se cultiva en todo el litoral mediterráneo. almíbar s m 1 Jarabe dulce que se prepara poniendo a hervir agua con azúcar y, generalmente, frutas o jugo de frutas. almidón s m Hidrato de carbono que se encuentra como sustancia de reserva en el tallo, raíz y semillas de las plantas.

Ya procesado es un polvo blanco, ligero y suave, y se obtiene principalmente de la papa, el maíz, el trigo y otros cereales.

Es importante como alimento además de emplearse en la fabricación de pomadas, en el acabado de telas y como pegamento al hervirlo con agua para hacer engrudo. almirante s m Rango más alto en la jerarquía de la marina; oficial que tiene este rango.

almorrana s f Hemorroide: un remedio para curar las almorranas. alondra s f 1 Pájaro de la familia Alaudidae , de cola ahorquillada, generalmente rayado, café o pardo; mide de 15 a 20 cm de largo. Es terrestre, gregario y se alimenta de insectos y de granos. Sus uñas traseras son alargadas, casi derechas.

Se caracteriza por su voz musical y porque le gusta cantar en un punto alto de su vuelo. Es abundante en España 2 Eremophila alpestris Pájaro común que vive en América, café grisáceo o rojizo, algunas veces rayado, de pico corto y delgado. Vive en los pastizales o en los campos abiertos, y acostumbra caminar sobre la tierra, posarse en las rocas, en las bardas y empalizadas, y volar largas distancias en grupos, o a solas.

A veces canta en lo alto mientras vuela. alpinismo s m Deporte que consiste en escalar montañas: los elevados riesgos del alpinismo, afición por el alpinismo. alpiste s m Phalaris canariensis Planta gramínea cuyas semillas, muy pequeñas, sirven de alimento a los pájaros.

alquimia s f Doctrina y conjunto de prácticas que tenían por objeto el estudio de los elementos constitutivos del universo y la naturaleza, sus posibles mezclas y transmutaciones, así como el hallazgo de una sustancia o elemento tal que impidiera la disgregación de los cuerpos, es decir, la muerte.

Las investigaciones que realizaron en la búsqueda de este elíxir de la vida y de la transmutación de los metales comunes en oro tenían un carácter secreto y místico y dieron lugar al descubrimiento de una serie de operaciones de laboratorio tales como la destilación, la sublimación y el baño maría, lo mismo que al invento del alambique; de su rama más empírica nació la química y de su concepción mística un arte contemplativo y técnicas ascéticas.

Estas doctrinas y prácticas a lo largo de su historia fueron explotadas por algunos charlatanes y embaucadores: la alquimia griega, los secretos de la alquimia.

alquimista 1 s m y f Persona que profesa o practica la alquimia: los alquimistas de la Edad Media, los símbolos de los alquimistas 2 adj m y f Que pertenece a la alquimia o a los alquimistas o se relaciona con ellos: laboratorio alquimista, la nomenclatura alquimista de los metales, secta alquimista.

alternador s m Tipo de generador que produce tensiones y corrientes alternas: el alternador del coche. alterno adj 1 Que sucede por turnos o en periodos que se repiten en forma regular: movimiento alterno, orden alterno, días alternos 2 Bot Tratándose de las hojas o flores de las plantas, que están distribuidas una en cada nudo alrededor del tallo, una de un lado y otra del lado opuesto, y sin quedar una frente a otra.

altiplano s m Región de elevada altitud formada por una extensión de escaso relieve, particularmente cuando se encuentra rodeada por un sistema de sierras: altiplano andino.

alto 2 s m 1 Interrupción o detención de algo: alto el fuego 2 Poner le el alto Hacer que algo se detenga o termine; ponerle fin: ponerle el alto a la corrupción, ponerle el alto a los hambreadores 3 Señal para detener la circulación de los vehículos o de las personas: pasarse un alto, pararse en el alto.

alumbrado 1 pp de alumbrar. alumbramiento s m 1 Acto de alumbrar, o parir o dar a luz un hijo; parto: un alumbramiento feliz 2 Med Fase final del parto, posterior a la salida del feto, que consiste en el desprendimiento y evacuación de la placenta y de las membranas propias de la gestación.

aluminio s m Metal blanco, brillante, ligero, dúctil, muy maleable y resistente a la corrosión. En estado puro es blando por lo que generalmente se prepara en aleaciones con silicio, magnesio, cobre o titanio.

Tiene muchos usos y gran demanda industrial, es el metal más usado después del hierro; se emplea particularmente en la industria aeronáutica, eléctrica, química, del automóvil y de la construcción, y también en la fabricación de utensilios de cocina, aparatos electrodomésticos, etc.

Su producción metalúrgica se basa en la reducción electrolítica de la alúmina obtenida de la bauxita: cuchara de aluminio, lámina de aluminio.

alumno s Persona que estudia bajo la orientación de otra, generalmente en una escuela: alumno de primaria, alumno de matemáticas. aluvión s m 1 Avenida fuerte de agua; inundación 2 pl Geol Depósito formado por numerosos fragmentos de roca que han sido transportados por aguas comentes 3 Gran cantidad de algo: un aluvión de críticas 4 Der Modo de aumentar la propiedad en un predio ribereño por el efecto que producen en él las corrientes fluviales.

Es una forma legal de accesión. alveolar adj m y f 1 Que pertenece a los alveolos o se relaciona con ellos 2 Fon Que se pronuncia apoyando la punta de la lengua en los alveolos de los dientes. Son alveolares las consonantes n, l, r , y s. También alvéolo. amado I pp de amar II adj y s Que recibe el amor o cariño de alguien: apartarse de su amada.

amapola s f 1 Papaver somniferum Planta anual de la familia de las papaveráceas, de aproximadamente 1 m de altura; hojas angostas, agudas y dentadas; tallo velloso y flores grandes generalmente de color rojo.

amar v tr Modelo de conjugación regular Sentir amor por alguien o por algo; querer: amar a los niños, amar el arte, amar la vida. amaranto s m Amaranthus paniculatus, Amaranthus sanguineus Planta herbácea que mide hasta metro y medio de altura; tiene hojas ovales alternas de largos peciolos; flores aterciopeladas, pequeñas, de color carmesí, en panículas que cubren las espigas en que terminan tanto el eje como las ramificaciones; en algunas de sus variedades los frutos son comestibles y muy alimenticios; algunas especies se cultivan como plantas de ornato y, de otras, se elabora el dulce llamado alegría.

amarilidácea Bot s f y adj Planta angiosperma, monocotiledónea, generalmente herbácea y con forma de bulbo, de hojas perennes y lineales, flores hermafroditas solitarias o en racimo y semilla con albumen carnoso, como el agave, el narciso, los nardos y las azucenas.

amarillo 1 s m Color del oro, de la yema del huevo, de los pollos o los patos recién nacidos; es el tercero en el espectro solar o arco iris 2 adj Que es de ese color 3 adj Que pertenece a la raza así llamada, natural de Asia.

amarizar v intr Se conjuga como amar Posarse una aeronave sobre el agua. amate s m 1 Árbol del género Ficus y de la familia de las moráceas, del que hay cerca de cien especies en México; es de hojas simples y alternas, con flores femeninas y masculinas que crecen dentro de una especie de globo donde están también los frutos.

Se usa su savia como laxante y de la corteza de una de sus especies se hace papel 2 Papel hecho de la corteza de este árbol 3 Pintura que se hace sobre este papel: amates guerrerenses.

ámbar s m 1 Resina fósil de una variedad extinta de pinos Pinites succinifer ; es de color amarillo pálido, dorado, anaranjado o café rojizo, transparente o semitransparente; ligera, dura y quebradiza. ambiental adj m y f 1 Que pertenece al ambiente o se relaciona con él: temperatura ambiental, los efectos de la contaminación ambiental 2 Que crea una sensación particular de tranquilidad o comodidad: música ambiental.

amerindio adj y s Que pertenece a alguno de los grupos indígenas de América o que se relaciona con ellos: culturas amerindias, lenguas amerindias. amiba s f Animal protozoario del género Amoeba ; es unicelular, no tiene forma definida porque extiende su masa en cualquier dirección para moverse o englobar sus alimentos, mediante prolongaciones momentáneas llamadas seudópodos.

No tiene sistema nervioso ni memoria. Algunas especies son parásitas del hombre y de otros animales; ameba. amígdala s f Med 1 Cada uno de los dos órganos en forma de almendra y de color rojizo situado a cada lado de la laringe; está compuesto de tejido linfático, cubierto de una membrana mucosa: operación de las amígdalas 2 Lóbulo del cerebro.

amina s f Quím Compuesto básico formado por dos átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno; se obtiene del amoniaco, sustituyendo en él esos átomos por radicales alcohólicos; se suele combinar con ácidos fuertes para formar sales. Es parte de la estructura de los aminoácidos. aminoácido s m Biol y Quím Cada uno de los ácidos orgánicos grasos, sólidos, cristalinos, por lo general solubles en agua y difícilmente solubles en alcohol.

Son las moléculas constituyentes principales de la materia viva; integran las proteínas que determinan las características hereditarias de los seres, según el orden en que aparezcan en los genes; tienen un papel importante en el metabolismo, el crecimiento, mantenimiento y restauración de los tejidos vegetales y animales.

aminorar v tr Se conjuga como amar Reducir o hacer más pequeña la cantidad, la intensidad o la extensión de algo: aminorar el temor, aminorar el déficit de la balanza comercial.

Es originaria de China y se cultiva como ornamental. amnistía s f Der Acto del poder legislativo que extingue la acción penal y las sanciones impuestas excepto la reparación del daño de uno o varios delitos, en particular los de carácter político, y se aplica automáticamente a las personas procesadas por ellos: ley de amnistía.

amoniaco s m 1 Quím Gas compuesto de un átomo de nitrógeno y tres de hidrógeno; es incoloro, de olor muy penetrante y desagradable, irritante y muy tóxico, soluble en agua y en alcohol. Se obtiene por la descomposición bacterial de las proteínas, purinas y urea.

Forma sales con la mayoría de los ácidos y nitruros con los metales. Es buen disolvente, se utiliza como refrigerante en la producción de hielo, para elaborar fertilizantes y en la fabricación de fibras sintéticas, colorantes y pilas electroquímicas 2 Med Solución de este gas en agua, qüe se emplea como antiácido y estimulante de la respiración.

También amoníaco. amoroso adj 1 Que se refiere al amor o se relaciona con él: la pasión amorosa, una decepción amorosa, experiencias amorosas 2 Que muestra amor y ternura: palabras amorosas, padre amoroso.

amortiguador 1 adj Que amortigua, que reduce el impacto o el efecto de algo: mecanismo amortiguador, resorte amortiguador 2 s m Dispositivo o aparato que reduce el efecto de los golpes, las vibraciones, los movimientos bruscos, etc: amortiguadores de un coche, amortiguador de émbolo.

amortización s f Cont 1 Acto de amortizar 2 Pago total o parcial de una deuda: amortización de préstamos a corto plazo 3 Der Paso de ciertos bienes a poder de manos muertas, de forma que np se pueda negociar con ellos: amortización de un terreno 4 Recuperación del capital invertido en una empresa; compensación que se hace para renovar las instalaciones, objetos, etc que se deterioran por el uso: amortización de la maquinaria de una fábrica 5 Der Supresión de uno o más puestos o plazas en un cuerpo de funcionarios u oficina, particularmente por no cubrir sus vacantes.

amperaje s m Elec Intensidad de una corriente eléctrica, expresada en amperios. amperio s m Elec Unidad de intensidad eléctrica equivalente a la que se obtiene cuando la tensión de un voltio origina una corriente a través de una resistencia de un ohmio; ampere.

ampliación s f Agrandamiento o expansión de algo; acto de ampliar: ampliación de una calle, ampliación de un programa educativo, ampliación de una fotografía, ampliación de un plazo. ampliar v tr Se conjuga como amar Hacer algo más grande, extenso o profundo; hacerlo más amplio: ampliar una casa, ampliar una fotografía, ampliar un escrito, ampliar una declaración.

amplificación s f Acto de amplificar; aumento de la magnitud, la intensidad, el tamaño, etc de alguna cosa o fenómeno: amplificación de una fotografía, amplificación de un ruido.

amplificador 1 adj Que amplifica 2 s m Aparato o dispositivo que aumenta la magnitud, potencia, intensidad, etc de una corriente eléctrica o de un fenómeno mecánico: el amplificador de un equipo de sonido. ampolleta s f 1 Pequeño recipiente de vidrio, herméticamente cerrado, que contiene una dosis de algún medicamento, generalmente inyectable 2 Popular Botella pequeña de cerveza.

amuzgo s m 1 Grupo indígena mexicano que habita en la región fronteriza de los estados de Oaxaca y Guerrero, en la llamada Costa Chica. Su economía se basa principalmente en el cultivo del maíz, frijol, ajonjolí, chile, jitomate. Comercia con frutas y otros productos, como la miel de abeja y los hilados.

También pesca en las lagunas y cría animales domésticos 2 Lengua de la familia oaxa-queña, subfamilia mixteca, que habla este grupo indígena 3 adj y s Que pertenece a este grupo o se relaciona con él: cultura amuzga, huípil amuzgo.

También amusgo. anacoluto s m Lit Ruptura o discontinuidad entre dos oraciones sintácticamente correctas, pero cuyo resultado es una cláusula anormal desde un punto de vista gramatical. anafre s m Brasero portátil de metal y base cúbica, que tiene un orificio en una de sus caras por el cual penetra el aire.

anagrama s f Palabra obtenida por transposición de las letras de otra u otras palabras, por ejemplo, Belisa es anagrama de Isabel o ni me declara de Carmen Delia. anal adj m y f Que pertenece al ano o se relaciona con él: abertura anal, músculo anal. analista s m y f Persona que hace análisis, particularmente en psicología; psicoanalista, y en matemáticas o computación; analista de sistemas.

analítica s f Lóg Parte de la lógica que da las reglas o el método para descomponer un todo y proceder al examen de sus elementos constitutivos. analógico adj 1 Que pertenece a la analogía o se relaciona con ella; que procede estableciendo analogías: pensamiento analógico 2 Fís, Comp Que emplea variables físicas continuas como la temperatura, la presión, el voltaje, etc para representar otras variables o cantidades numéricas con las que se puede operar, como cuando se representa o simula un sistema mecánico por medio de un circuito eléctrico de manera que las ecuaciones que se aplican al modelo eléctrico podrán aplicarse igualmente al sistema mecánico, o como ocurre en los teléfonos y tocadiscos no digitales, en los que las vibraciones sonoras se representan por medio de impulsos magnéticos que, después de un proceso, se reproducen de nuevo como vibraciones: dispositivos analógicos, computadora analógica.

anarquista adj y s m y f Que se relaciona con el anarquismo, es partidario de esta doctrina o promueve la anarquía: posiciones anarquistas, propaganda anarquista, un anarquista español.

anatómico adj 1 Que pertenece a la ciencia de la anatomía o se relaciona con ella: estudios anatómicos, descripción anatómica 2 Que se relaciona con el cuerpo considerado desde un punto de vista estructural y no funcional: desarreglos anatómicos, diseño anatómico. anca s f 1 Cada una de las dos partes laterales y superiores situadas en la región posterior del cuerpo de los cuadrúpedos, en especial de los caballos 2 Anca de rana Cada una de las patas posteriores de la rana, en especial el muslo, que es muy carnoso y de sabor agradable.

ancia s f 1 Pieza de hierro que va sujeta a una cadena o cabo y que usan las embarcaciones para detenerse y quedar aseguradas en un lugar determinado. Por lo general tiene forma de arpón o anzuelo doble: echar el ancla 2 Ancla de la esperanza o de respeto Mar La más grande y pesada que se usa sólo en casos extremos 3 Aguantar el ancla Mar Soportar la acción del viento, la marea o las corrientes por medio de las anclas que sujetan el barco 4 Levar anclas o el ancla, levantar o suspender anclas o el ancla Mar Recogerlas para que la nave pueda avanzar 5 Echar anclas Mar Dejarlas caer al fondo 6 Al ancla Mar Fondeando.

anchura s f 1 Cuando se está de cara a un objeto, la dimensión frontal y horizontal de éste: la anchura de un cuadro 2 Frente a una figura de dos dimensiones, la horizontal.

andante 1 s m Mús 1 Tiempo de la composición musical moderadamente lento. En oscilaciones metronómicas entre y por minuto 2 Pieza musical que se compone o ejecuta en ese tiempo: tocar un andante.

anélido s m Zool 1 Gusano o lombriz de cuerpo alargado y cilindrico constituido por segmentos en forma de anillos. Posee sistema circulatorio, nervioso y excretor, y respira a través de la piel.

Vive en aguas saladas y dulces, en tierra húmeda, y algunas especies son parásitas en peces y mamíferos, incluyendo al hombre 2 pl Fílum que forman estos animales. anemómetro s m Instrumento que sirve para medir la velocidad del viento en las observaciones meteorológicas.

anémona s f 1 Planta del género Anemone y de la familia de las ranunculáceas, de la cual existen varias especies en México. Alcanza aproximadamente 1 m de altura y se caracteriza por tener flores sin pétalos, pero con sépalos de vistosos colores, que los sustituyen, y un fruto seco con una sola semilla.

Se cultiva como planta de ornato 2 Anémona de mar Animal marino del grupo de los celenterados que tiene la boca rodeada de numerosos tentáculos de vivos colores, que extendidos le dan la apariencia de flor.

Tiene células urticantes en sus tentáculos y vive adherido a las rocas o a conchas de molusco abandonadas, en las que a menudo se meten cangrejos ermitaños con los que establece una relación de mutua ayuda.

También anemona. anestesiología s f Med Parte de la medicina que se encarga del estudio de los procedimientos y sustancias que se emplean para anestesiar, principalmente a los pacientes. anestesiólogo s Med Especialista en los procedimientos y sustancias para anestesiar.

anestesista s m y f Med Médico especialista en la aplicación de anestesia: pagar los honorarios del anestesista. anfibio 1 adj Que puede vivir, respirar o funcionar tanto en el agua como fuera de ella: animal anfibio, avión anfibio 2 s m Zool Vertebrado de distintos géneros y especies que durante su etapa larvaria es acuático y tiene respiración branquial, pero al entrar a la fase adulta surge una metamorfosis en la que pierde las branquias y desarrolla una respiración pulmonar, por lo que puede vivir tanto en la tierra como en el agua.

Puede ser de cuerpo deprimido y sin cola como las ranas y los sapos, alargado y con cola como las salamandras, o parecido a una serpiente como las manos de metate; batracio 3 s m pl Zool Clase formada por estos animales. ángel s m 1 Relig En algunas religiones, como en la católica, cada uno de los espíritus puros creados por Dios, que le sirven como mensajeros intermediarios con los seres humanos; constituyen el último de los nueve coros celestiales.

angina s f 1 Amígdala 2 Tener anginas o estar enfermo de las anginas Tener las amígdalas inflamadas o supuradas, generalmente a causa de una infección 3 Angina de pecho Enfermedad que se asocia con problemas en el funcionamiento del corazón y se caracteriza por provocar un dolor muy intenso en el pecho y una sensación de opresión, ahogo y muerte inminente.

angiología s f Parte de la medicina que se ocupa del estudio y tratamiento del sistema vascular. angiosperma Bot 1 s f y adj Planta fanerógama que da flores y tiene las semillas dentro de un ovario que, una vez fecundado, se convierte en fruto. Son las más comunes en la naturaleza; se conocen cerca de doscientas cincuenta mil especies tan variadas, como la caoba y el maíz, las orquídeas, los rosales y los ahuehuetes 2 s f pl Clase que forman estas plantas.

anglicanismo s m Rama del cristianismo surgida en Inglaterra durante el siglo XVI , muy semejante al catolicismo en su doctrina, rito y estructura de gobierno, pero separada de éste por negar al Papa como autoridad, y por reconocer, en cambio, al soberano inglés como cabeza de la Iglesia, aunque en la actualidad ese reconocimiento es simbólico.

angosto adj Que su anchura es reducida, que tiene poca extensión en ese sentido o en relación con su longitud: una escalera angosta, un camino angosto, un terreno angosto. La mejor virtud de un jefe es la impersonalidad. Y Pedrarias se daba cuenta y respondía: —Me figuro quiénes son, pero ésos pueden ser los mejores soldados, porque son los que más necesidad tienen de hacer olvidar su bellaquería.

En aquel momento pasó don Martín de Guzmán, quien intervino: —Son casos desesperados esos soldados. Quiera Dios que no sean un mal contagioso en la armada.

Cambiando de tema, Ursúa echó a andar con Guzmán y le dijo: —Tengo que salir pronto, porque este campamento es una alcancía sin fondo. Guzmán volvió a aconsejarle que hiciera una purga en el campo. Le respondió Ursúa: —Si fuéramos a hacer una investigación a fondo en las vidas de toda la gente, desde lo más alto a lo más bajo, no resistiría nadie la prueba.

Y por eso creo como Pedrarias que hay que darles a los peores una ocasión para emparejarse con los buenos. Vuesa merced verá cómo da resultado. Tengo que volver a Lima.

Confiaba demasiado Ursúa y no era la suya una confianza en la rehabilitación de los otros, sino en su propia insensibilidad para los lados incómodos de las cosas. Él sabía hacerse un mundo aparte en medio de los demás y encerrarse consigo mismo y cuando llegara doña Inés aquel aislamiento sería de verdad gustoso.

Durante los últimos meses, Ursúa, enamorado de Inés, había puesto en ella el interés que era capaz de sentir por la humanidad entera. Por esa razón, fuera de Inés, todo lo demás le parecía indiferente y lejano. Este sentimiento, en un jefe, podía ser peligroso.

Los preparativos de la empresa eran tan complicados que habían pasado ya ocho meses desde los primeros pregones y todavía no sabía cuándo saldrían. La demora no se debía a los bergantines, porque esta faena iba muy adelantada y podría ser apresurada y acabada en pocos días si era preciso, pero Ursúa andaba muy sin dineros.

Se sabía que había tenido que acudir a las arcas del Tesoro, parsimoniosas con los que emprendían conquistas, y al bolsillo mismo del virrey, quien le prestó algunas cantidades. Pero faltaban aún vituallas, herramientas y armas. Por otra parte, Ursúa necesitaba informes más concretos sobre el Dorado.

Los indios motilones trajeron a otros indios llamados brasiles, quienes hablaban a Ursúa de pueblos construidos con losas de plata y del gran lago donde se bañaba cada día el rey de aquel país para ser después ungido y su piel cubierta de láminas o de polvo de oro.

Era servido aquel rey por esclavos vestidos de igual manera. Pero de lo que nadie hablaba era del lugar exacto donde el Dorado —así llamaban a aquel príncipe— reinaba. Unos decían una provincia y otros otra.

Al parecer caía cerca de las orillas del río Amazonas, a seis o siete grados de latitud sur, casi en la línea equinoccial. Ursúa estaba decidido a emprender la aventura, aunque la inseguridad de los informes, la falta de dinero y la calidad de la gente que llevaba lo tenían inquieto y disimuladamente escéptico.

La falta de dinero de Ursúa era tal que no vacilaba ante ningún medio para conseguirlo. Pocos días antes, camino de Santa Cruz, pasaban algunos capitanes por una población llamada Moyobamba, cuyo cura párroco era un tal Pedro del Portillo. Este buen hombre, a costa de su estómago, según las malas lenguas, había juntado hasta seis mil pesos, que conservaba en oro en casa de un comerciante acaudalado.

Al ver el cura la lúcida gente que llevaba Ursúa y saber que eran los del Dorado, se le despertó la codicia, pidió a Ursúa que lo hiciera capellán de aquella expedición y le ofreció hasta dos mil pesos de los seis mil que tenía.

Al gobernador no le dolían prendas y prometió hacerlo obispo de los territorios descubiertos; pero más tarde en Santa Cruz, viendo el cura que escaseaban los víveres, que no pocos de los soldados que encontraba eran echacuervos y pícaros — algunos con la cabeza pregonada— y sobre todo que nadie estaba seguro del emplazamiento del Dorado ni de lo que iban a hacer —si rescatar o poblar o ambas cosas o ninguna de ellas—, se le apagaron las esperanzas y una noche acudió a Ursúa a decirle que se volvía a Moyobamba con sus feligreses y que no creía en las novelas de caballerías.

Ursúa, que no había recibido aún el dinero, pero lo había gastado, según decía, comprando lingotes de plomo para balas, le hizo ver el daño que aquella determinación les causaba a todos y ofreció más réditos y garantías. Pero el cura, que parecía hombre temeroso y débil, se envolvía en su recelo y decía a todo que no.

Todo anda escaso aquí, sobre todo los víveres, y a lo peor se lo han comido ya los carpinteros. Espero —añadió con humor— que habrán guardado las herraduras, porque ellas y los clavos nos hacen tanta falta como los alimentos.

Sin embargo, no se aflija vuesa reverencia, que yo le daré una cédula por el valor del animal, vivo o muerto, y la podrá cobrar con intereses en Omagua después de la conquista.

Respondió el cura que se iría a pie por Cristo, de cuya crucifixión se sentía culpable, y que no quería tener más tratos con tipos de aquella ruin calaña, que tal vez conquistarían Omagua, pero nunca conquistarían la confianza de los hombres honrados como él.

Ursúa, disimulando la ira, le autorizó a irse cuando quisiera y le volvió la espalda. Algunos soldados habían oído la conversación y Zalduendo acudió y dijo, rascándose la barba desde el cuello hacia arriba: «¿Por qué le deja marchar vuesa señoría? Las necesidades de guerra de trescientos hombres y el servicio del rey valen más que eso, y si por miramientos lo dejáis, yo digo que con vuesa licencia traeremos al campamento hasta el último maravedí de ese hombre antes del mediodía de mañana».

Vacilaba Ursúa y, por fin, dijo: —Si lo hicieran sin daño y además ofreciendo al sacerdote el pago con réditos, yo no diría nada. Salieron los soldados y alcanzaron al cura en el camino. Poniéndole las espadas al pecho le exigieron el dinero y el padre Portillo, creyendo llegada su última hora, sacó un libramiento de los dos mil pesos que llevaba ya hecho —el que pensaba darle a Ursúa— con cargo al mercader.

Le exigieron el resto de su fortuna y el cura hizo otro papel y firmó. Fueron los soldados con aquellos documentos al mercader, cobraron cerca de seis mil pesos, que era todo el capital del sacerdote, y volvieron a Santa Cruz.

Como se puede suponer, aquel oro desapareció enseguida para cubrir lo más apremiante y Ursúa dijo que estaba seguro de que el cura volvería al real para correr el mismo azar bueno o malo de su fortuna. Y su profecía se cumplió dos semanas más tarde. Algunos soldados se enmohecían en la espera, formaban rivalidades y despertaban discusiones y querellas.

Entre los soldados de peor fama estaba, como dije, Lope de Aguirre, hombre de corta estatura, cojo de heridas recibidas en acción, cenceño y de aire atravesado. En los lugares donde había vivido, especialmente en las regiones del norte del Perú, se le conocía como Aguirre el loco.

Pero lo decían con simpatía y amistad y sin dejar de respetarlo. La fama de loco que tenía Aguirre influía en sus actos, es decir, que a medida que envejecía —tenía ya cuarenta y cinco años, que no eran pocos para un soldado— se creía en el caso de justificar su reputación.

Para responder al deseo de influencia que. A veces perdía la memoria de lo más inmediato, aunque se acordaba muy bien de hechos ocurridos en su infancia y en su juventud.

Por otra parte, solía decir que leía las intenciones más secretas de los otros y lo explicaba con ejemplos a veces inquietantes. Aquella su fama de loco era una manera de gloria, aunque fuera en el fondo bastante mezquina y vil, y se veía que el no haber conseguido otra lo traía inquieto.

En Santa Cruz pensaba Lope de Aguirre demasiado en sí mismo. Un día de aburrimiento afiló la pluma, buscó papel y comenzó a escribir: «Yo, el mentado Lope de Aguirre, cristiano viejo, hijo de medianos padres, hidalgo natural vascongado de la villa de Oñate, en los reinos de España, digo que nací el cuatro de febrero del año en la dicha villa donde me bautizaron.

Esto lo digo más por mi padre, que los otros andaban siempre tratando de salvarme si podían, especialmente mi madre, pero como estaba tan arrinconada y acoquinada, poco caso hacía nadie de ella si no era en la iglesia, adonde llevaba aceite y cera y vestidos para los santos en las grandes fiestas.

Se hablaba de eso en Oñate por los muchos navegantes que iban y venían diciendo historias más o menos puestas en razón, que recordaban a veces las de los libros de Amadís. Y atendíamos más a eso que a las declinaciones latinas, aunque también andaba yo algo ocupado con Valerio Máximo y sus historias de la Roma antigua que nos hacía leer el maestro.

Si hubiera de decir y traer a la memoria parte por parte todas las cosas de aquel tiempo en la villa vascongada habría menester otro cronista que tuviera más clara elocuencia y mejor retórica, y con todo y eso serían de poca monta, porque todos los chicos son iguales en todas partes, bellaquería más o menos.

Pero de pronto le pareció desairado escribir sobre sí mismo y tiró el papel a la chimenea apagada. Más tarde fue a buscarlo, lo alisó otra vez con las palmas de las. Y con esa idea siguió escribiendo. Después de aquella cédula me dieron otra firmada el 1 de diciembre de , diciendo que aquel regimiento que me otorgaban debía yo tenerlo y ejercerlo allí donde quedara establecido el gobierno de Nueva Toledo, cuya entrada y conquista se había capitulado ya con Almagro.

Yo estaba contento con aquello, porque me parecía digno de mí. Pero la verdad es que estuve en las entradas de los Chunchos con Pedro de Candía y en los Andes, que son montes fríos y ásperos como ninguna otra montaña en el mundo, y allí muchos cayeron y volvíamos maltrechos cuando nos salió al encuentro el mismo don Hernando Pizarro en persona con Peransúrez, Diego de Rojas, el famoso también Gonzalo Pizarro y otros capitanes y allí mismo don Hernando le quitó el mando a Candía y se lo dio a Peransúrez, con quien yo marché a Carabaya y a Ayavire, montes adentro otra vez y en el peor tiempo, que yo pensé que era mi fin como los otros el suyo y más de uno acertó, aunque yo, por fortuna, me equivocara.

Que dentro de lo malo siempre he tenido alguna suerte. Y después, en lugar de seguir, nos volvimos por el mismo camino, pero no todos, sino menos de la mitad, que los otros se quedaron por las barrancas helados o muertos de hambre.

Algo se ha hablado de eso, pero unos lo cuentan y otros lo viven. Y todavía otros que no han andado en el trance lo cobran en mercedes. Con Peransúrez iba yo todavía cuando sucedió la mala muerte de Pizarro el viejo, y al saberlo nos volvimos todos desde Chuquisaca hasta el Cuzco, y allí nos reunimos hasta trescientos, todos hombres de armas, y fuimos por Guamanga y la provincia de Jauja a Guaylas, donde estuvimos más de tres meses esperando a Vaca de Castro, y yo, con otros, volví a Guamanga, que también lo llaman Ayacucho, y allí estuve hasta cuando llegaron a Guaylas las tropas de Vaca de Castro, y tuvieron un recio encuentro con Almagro el mestizo en septiembre de Las regulaciones.

Pero no fue así, por fortuna. Como hombre veraz lo confieso, que aquí no me falla la memoria. Hasta cuando defendía al virrey estaba en falta y querían hacérmelo pagar. Reconozco que alguna vez he hablado más de la cuenta y la muerte de alguno es testimonio, pero los que se pierden en estas tierras se pierden porque quieren, que lejos están de Castilla, y si Pizarro, y Girón, y Almagro acabaron mal fue porque ninguno de ellos tenía bastantes arrestos para alzarse con la corona del Perú y hacerse rey contra el de Castilla, que allí no saben nada de lo que pasa aquí por la distancia, y aunque quisieran remediarlo ya sería tarde.

Eso es lo que he dicho siempre». Escritas estas páginas, Lope de Aguirre se levantó, las leyó, se quedó dudando y luego arrojó los papeles al fuego. Viéndolos arder se decía: «No sé qué me pasa que en poniéndome a escribir siempre digo cosas por las que pagaría con la cabeza si se divulgaran».

Veía arder los papeles y se agradecía a sí mismo aquella precaución. Cuando los papeles se consumieron, Lope de Aguirre decidió que era pronto para escribir sus propias hazañas. Había soldados que tenían consigo sus mujeres o sus mancebas en el real, aunque la mayor parte pensaban quedarse en tierra cuando embarcaran.

Algunos llevaban consigo también la hacienda. Una hacienda miserable, como se puede imaginar. Lope llevaba a su hija Elvira, de trece años, y a una sirvienta llamada la Torralba, criolla de vida dudosa, a quien Lope había redimido más o menos y obligado con las promesas del Dorado.

Era un poco rara aquella mujer. Lo primero que hizo al llegar a Santa Cruz fue subirse al solamar de la casa y cantar una jota soriana. Luego se disculpó con Lope de Aguirre: —Subí para tender ropa, y una vez allí tuve que cantar. La verdad era que tenía buena voz y que la gente acudió a oírla.

En la casa había una habitación decorosa y cómoda que ocupaban la niña Elvira y la Torralba. Las dos eran muy religiosas y la Torralba trataba de hacerse perdonar su pasado a fuerza de rezos.

Aquello de la jota era una vena de extravagancia que había en la familia —decía ella— por el lado materno. En cuanto se sentía en un lugar elevado, una escalera, la rama de un árbol, lo alto de una colina, rompía a cantar.

Lope la llamó, y al tenerla delante le dijo: —Mañana sale una tropilla de motilones de carga para el valle. Mire si Elvirica necesita alguna cosa. Necesitaban tantas y habían renunciado tantas veces a tenerlas que la Torralba dijo que no.

Nada necesitaban sino la ayuda de Dios cuando llegara el momento de partir, que parecía atrasarse demasiado, y aquello le daba mala espina. Pero acababa de decirlo cuando Elvira acudió pidiendo que le compraran un espejo.

Iba la niña un poco echada hacia delante, porque de otro modo se le marcaban demasiado los pechos y, siendo una novedad en su cuerpo, no estaba acostumbrada.

Un día la Torralba le explicó la causa de aquella tendencia de la niña a encorvarse y Lope alzó las cejas, extrañado: —Parte es del atractivo de la mujer, ¿no es eso?

Era Elvira joven y linda, con la piel dorada de las mestizas, y en sus ojos, ahora, que iba siendo mujer, descubría a veces Lope luces familiares. No disimulaba la Torralba su miedo a la expedición y a veces la niña se contagiaba del miedo de la dueña.

Las dos estaban contentas, sin embargo, de que fuera río y no mar donde iban a navegar. Les decía Lope aquella tarde lluviosa mientras paseaba por el cuarto acomodando los pasos a la cojera:.

Dentro de algunas semanas estaremos en el río y por él iremos a donde podamos mejorar en honra y provecho. Diciendo esto Lope creía ver a la Torralba cantando su jota soriana en el solanar de un palacio del Dorado con maineles de plata maciza. La Torralba recelaba: —He oído decir que los indios brasiles suelen ir a la guerra para hartarse de carne humana.

Parecía oírle la Torralba con escepticismo. Y añadió: —Lo que dudo es que tan pocos hombres puedan sujetar a tanta gente de guerra como debe haber en el Dorado.

Iba Lope irritándose porque sabía que la Torralba no le creía. Ordás fue el primero que tuvo noticias y supo que ese señor del Dorado era tuerto para más detalles y que llevaba tantos canutillos de oro como victorias había tenido y ofrendaba cada año al lago un bulto del tamaño del hombre, todo de oro macizo, con otras figuras alrededor de reyes muertos o sojuzgados, y éstas no son fantasías, sino noticias de hombres como yo.

Seguía escéptica la Torralba, como suelen serlo las mujeres viejas ante cualquier novedad. Lope insistía: —Y sabemos muy bien dónde está el imperio omagua y también la casa del sol de la Nueva Granada y otras cosas de más suponer, y las veréis antes de mucho, y aún os daréis de narices con ellas.

Hace no más de diez años, Quesada, hermano del adelantado, fue a esas tierras o, por. Para más señales de orientación, llevaba el pecho cara al sol en la mañana y en la tarde el sol no le daba sobre la espalda, sino sobre el hombro derecho, y así llegó con los suyos al Guaviare, que es un río, y luego a Macatoa, y andando ocho jornadas más con el sol en el hombro derecho llegó a la gran población de Omagua.

Le habían dicho que no se acercaran a la ciudad porque eran muchos y muy guerreros los habitantes, y lo mismo le pasó a Cortés en México, pero si hicieran caso nunca habrían entrado. Y en la ciudad de Omagua la vieron con calles derechas y largas y casas muy juntas, sobresaliendo una que estaba en medio y pertenecía al cacique Guarica.

Allí tenía su morada y templo con muchos ídolos de oro grandes como una niña de cincuenta lunas, que así cuentan la edad los omaguas. El jefe Huten, que se llamaba así porque era de origen tudesco, mandó entrar y dio batalla contra más de quince mil indios, a los que venció y desbarató.

Pero, no pudiendo sostenerse en la tierra, acordaron salir de ella. Al pasar por Tocuyo fue Huten muerto por Carvajal. Todo eso pasó y anda escrito y todo el mundo lo sabe.

Pero nosotros vamos a hacer cosas mejores con la ayuda de Dios, y aun sin ella, y en los omaguas, y más adentro de ellos, en el Dorado.

Aunque incidentes como aquél eran frecuentes con la Torralba, nunca podía acostumbrarse Lope a ver que había gente inocente y de buena fe dispuesta a dudar de lo que él decía. Simplemente, porque lo decía él, y tal vez porque era cojo.

La idea de que comenzaba a ser viejo y no podía confiar mucho en el futuro para labrarse aquella autoridad que no tenía aún lo trastornaba a veces. No tenía autoridad siquiera con la Torralba. Se reunía Lope a menudo con Zalduendo, García de Arce y Pedro Castillo a murmurar de Ursúa, no como capitán, sino como hombre joven siempre dispuesto a darse importancia.

Pero no todos estaban de acuerdo con esto. Luego hablaban de mujeres. Zalduendo era el más enamorado del grupo. El metisaca —como llamaba al amor— lo traía loco la mayor parte del año y andaba con una doña María, mulata, casada, que le hacía malas ausencias a su marido en el real.

La llamaban doña por broma, pero todos le daban aquel tratamiento, lo que no le molestaba ni mucho menos a la mulata.

Así como Elvira, la niña de Lope, quería un espejo, la mulata quería una polvera. Tenía fama doña María de gustarle el vino, además. Su debilidad era el trago y el albayalde.

Prefería García de Arce a las mujeres «de la vida» y odiaba a las que, dándoselas de honestas, andaban con melindres y presunciones. Y contaba que en su viaje de Quito a Lima —que lo hizo casi todo por mar— encontró una dama quimerista y él la requebró, y ella le dijo que era la esposa de un capitán que iba a Lima a reunirse con su marido, y que por eso le estaban mal los martelos.

Aquello de ser la esposa de una. Reía Zalduendo y miraba a Lope, quien, taciturno e inquieto como siempre, antes de que Arce acabara con su historia ya estaba pensando en otra cosa.

Pensaba que Ursúa podría aprovechar, si quisiera, la fuerza de todos los que estaban allí en armas para lanzarse sobre Lima y darle un sobresalto al marqués de Cañete.

De eso no habló, como es natural. Sabía que aquellas bromas se pagaban caras. Pero el pensamiento no delinque y en él se entretenía. Había salido de España con su nombramiento de regidor, pero cada día le había traído alguna contrariedad, y ahora, con su cojera y su mano izquierda engarabitada, no podía pretender muchas grandezas.

La fama de loco le venía de aquella impaciencia que con el menor pretexto estallaba sin ton ni son. Recordaba un pequeño incidente con cinco soldados en la plaza de Santa Cruz, todos grandes, huesudos y musculosos, y con ellos Lope, enclenque y corto de talla.

Uno de los gigantes mostraba los brazos y decía a lo jaque: «Si una flecha diera aquí saldría rebotada». Otro creía que eran los músculos de las piernas los más importantes para el combate porque con ellos se aguantaba el envite y desde ellos se respondía. Cada uno presumía de algo, y al final dijo Lope con su voz bronca: —¿Y de lo que no se nombra cómo andamos, caballeros?

Tenía fama de bravo Lope, y nadie dudaba de su arrojo porque aquella reputación en un ser tan desmedrado era rara y sin proporción y la gente gusta de los contrastes.

Anduvo Lope aquel día indagando con sus amigos sobre el estado de los bergantines en construcción, y al anochecer volvió a su casa. Tuvo la tentación de ponerse otra vez a escribir, pero no estaba seguro de ser más discreto ahora que antes y se estuvo un largo espacio tumbado en el suelo junto a la chimenea, en una manta.

Las dos camas que había las usaban las mujeres. Se le iban los años sin haber hecho lo que pretendía en su juventud. Entretanto iba y venía zapateando —así decía por cojeando — sin rumbo. La fama de valiente que le ponían era una fama mixta de bufonería.

Una vez dijo Zalduendo: —Es mezquino de cuerpo Aguirre, pero tiene el ánimo de un león. En todo caso, el hidalgüelo de Oñate no iba a tener ya una oportunidad para recibir en las contiendas la parte del león.

En tiempos de guerras y conquistas había dos clases de hombres: los que hacían algo y salían adelante con títulos de nobleza,. Así decía el soldado: «A mi tío se lo comió una culebra», como la cosa más natural del mundo.

Tal vez era Lope uno de esos héroes de la antiepopeya y moriría también tragado por una alimaña. No era broma. Las serpientes abundaban y eran bastante grandes para comerse a un cristiano. Él había visto una en Venezuela que se había tragado un buey después de quebrantarle los huesos.

Lo había engullido ya todo, pero quedaban fuera los cuernos, y algunos soldados decían que era una culebra cornuda y otros que no, y Lope fue a verlo. Pudo acercarse porque estaba la serpiente demasiado embarazada para escapar o agredir a nadie, y fue él quien decidió que no tenía la serpiente —una de las llamadas boa constríctor— cuernos, pero que los tenía el buey.

Tardó tres días la serpiente en romperlos y echarlos fuera. Estas reflexiones impacientaban a Lope no contra los otros, sino contra sí mismo.

Alguna vez había pensado en matarse, y si no lo hizo fue porque tenía una hija por quien velar y también —todo hay que decirlo— porque un hombre que se mataba estando en un lugar como aquél, donde se podía dar la vida tan fácilmente en acción guerrera, era un hombre muy para poco.

Algunos días se despreciaba a sí mismo, y entonces tenía que insultar a cualquiera de los negros que iban en la expedición. Aquellos insultos acababan en bromas, risas y amistades. Los negros eran esclavos y reían en cuanto se les daba la menor oportunidad.

Los que había en Santa Cruz no eran más que seis, porque los otros estaban trabajando en la corta de madera para los bergantines. Cuando Lope bebía un poco más de la cuenta, aunque no solía emborracharse, decía a alguno de aquellos negros que a veces actuaban de verdugos: —Yo sé cuál es el trabajo que más le gustaría a su mercé.

Lope añadía: —Me alegro de saberlo, morenos. Siempre se halla empleo para una buena habilidad. Ellos decían a todo que sí por seguirle el humor. Lope sabía que aquellos negros eran gente infantil, aunque a veces parecían viejos demonios. Aquella tarde los negros se cobijaban bajo el porche de la plaza porque estaba lloviendo y uno de ellos, a quien llamaban Alonso, llevaba la voz tónica de la jácara: —¿Qué cosá?

A veces salía uno a bailar y a veces otro. Bailaban como si estuvieran solos. Es verdad que nadie se detenía a mirarlos si no era Pedrarias, un soldado con manías de humanista, que quería enterarse de todo.

Los negros seguían: —La limeña yendo a misa y el cortejo de mamá. Seguían así a veces por horas enteras diciendo «cosas». Lope los miraba y les decía a veces que Ursúa había cogido a Bayamo, el rey de los negros de Panamá, y lo había puesto en collera y llevado a los pies del virrey.

Decía Lope bajando la voz: —Nada, hermano. Ya le pasó. Lo alcorzaron. Querían los negros a Lope de Aguirre porque los convidaba a beber y porque hablaba bien de Bayamo, rey de los negros, alcorzado por la cabeza.

Había una persona en el real que, siendo de la verdadera nobleza andaluza, trataba a Lope con más consideración que la gente ordinaria.

Ése era don Hernando de Guzmán, pariente de reyes y de la sangre de los Medinasidonias. Lope se dio cuenta de que aquel hombre principal, que era sólo un muchacho, todavía lo respetaba más que los otros.

Tal vez aquel respeto era solamente el que un joven adolescente suele tener por un hombre casi cincuentón, pero, fuera lo que fuera, respeto era, y Lope se encontraba más a gusto con don Hernando de Guzmán que con otros soldados de la expedición.

Nunca decía Guzmán chocarrerías ni hacía el menor comentario cuando oía opiniones sobre Ursúa en favor o en contra. En realidad, nunca emitía una opinión, a no ser que se la pidieran expresamente, y aun entonces respondía cosas que trataban de ser conciliatorias para los dos bandos si había discrepancia y discusión.

Lope se decía: «Ése es el estilo de los poderosos, de los que tienen algo que perder. Todos los que en la vida tienen algo que perder son discretos y prudentes, tienen frases de amistad y no discrepan a nadie, aunque con nadie están profundamente —y menos apasionadamente— de acuerdo».

Así era don Hernando. No estaba en el caso de conquistar nada como Lope, sino de defender sólo lo que tenía. Aquello lo dejaba disgustado de sí mismo, pero el disgusto le duraba poco. Sucedió en aquellos días que una niña de nueve años llegó llorando al real, se acogió al amparo de Ursúa y éste le preguntó qué le pasaba.

Con intérprete pudieron averiguar que el marido de aquella niña era un viejo cacique y acababa de morir.

Las cinco esposas que tenía debían morir también, según la costumbre, para que sus almas acompañaran a la del marido en el viaje post mortem hasta que encarnaran en alguno de los animales salvajes de la montaña, especialmente venados y papagayos.

A la niña no le asustaba la muerte, pero sí la selva, adonde tendría que ir cuando fuera cierva o lorita. Ursúa la retuvo consigo, días después la bautizaron y la pusieron al servicio de una dama hermosa y misteriosa que acababa de llegar a Santa Cruz y que era la amante de Ursúa.

Se llamaba Inés —según dije antes—, Inés de Atienza, y miraba a la niña y repetía: —Es para no creerlo, una viuda de nueve años.

Parecía la niña feliz allí. Le enseñaban español lo más rápidamente posible para poder usarla como lengua —así decían— con algunas tribus del interior, si era preciso. A todo esto, la tropa de Santa Cruz estaba ya completa y bien armada.

Envió Ursúa veinte arcabuceros más a los astilleros de Topesana, para custodia de los que trabajaban en los bergantines, y cincuenta indios para relevar a los que abanicaban a los trabajadores. Había allí equipos dedicados a eso, sin los cuales habría sido imposible hacer nada, no sólo por el calor y los mosquitos, sino también por los tábanos, las avispas y hasta por una especie de cucarachas volantes.

Era aquella tierra muy caliente, por estar en la línea ecuatorial, y todas las alimañas grandes o chicas vivían allí y se reproducían muy a su sabor.

Había quienes tenían más miedo a un ciempiés o a una de aquellas cucarachas volantes que a las flechas envenenadas. Los soldados iban saliendo para los astilleros porque lo mejor de la intendencia estaba ya a la orilla del río y poco a poco llegó a desaparecer de Santa Cruz la mitad de la gente.

Indios mansos con vituallas —casi siempre ganado mayor o menor— iban también en jornadas lentas al río Motilón, adonde llegaban en tres días más o menos, ya que distaba unas veinte leguas.

Lope seguía en Santa Cruz y miraba a su alrededor tratando de formarse un grupo de amigos leales, pero no conocía bastante a aquella gente para encontrarles el lado propicio.

Había entrado en buena amistad con Frías y con otro capitán que estuvo también en la aventura de los Andes con Peransúrez años atrás y a quien libró una noche de morirse de frío. Pero como todos sabían que la situación en Santa Cruz era provisional y andaban con cuidados de alojamiento y comida, nadie se detenía a hacer amistad con nadie y bebían y brindaban y se separaban, como suele pasar en las posadas de los caminos.

A la hora de ir a los astilleros, Lope de Aguirre pensaba llevar a Elvira a la grupa de su caballo, pero necesitaba una mula de carga y otra de andadura para la dueña. A veces le decía a la Torralba: —¿Estáis hecha a los malos caminos? Ella no sabía si se lo decía en sentido real o figurado y se abstenía de responder, recelosa.

Buscó Lope jamugas para la mula de la dueña y acabó por encontrarlas, aunque no tenía prisa por partir. La gente se había puesto peligrosamente inquieta con los aplazamientos. Pero Lope solía tener reacciones contrarias a las de los demás. Y cada día estaba un poco más tranquilo.

Solía sucederle en las vísperas de las fechas decisivas. En todo caso, el hecho de haber formado listas de caballos y mulos y arneses y haber enviado al río la mayor parte del matalotaje quería decir que estaba ya señalada la fecha para embarcar.

Según la costumbre militar, esa fecha no la sabía nadie sino el gobernador Ursúa. Éste iba a Lima y volvía completando los preparativos.

Lope se encontró en la plaza con el padre Portillo, quien se había decidido a ir en la expedición, como dije antes. El buen cura no tenía grandes ánimos ni espíritu aventurero alguno, y cuando vio un día que iba como capellán de la armada otro sacerdote llamado Alonso de Henao sospechó que las promesas de Ursúa podían ser palabras vanas y se desanimó más todavía.

Lope le dijo:. Según el refrán, cuando no puedas con tu contrario, pásate a su bando. El padre Portillo, sospechando que había ironía en aquellas palabras, suspiraba y no respondía.

Era receloso también. Trató Lope de consolarlo, le dijo que su obispado era cosa más que probable y finalmente decidieron hacer juntos el viaje al río Huallaga o Motilón. Llevaba consigo el padre Portillo algunos libros que pensaba empaquetar con sus ropas y entre ellos una biblia.

Lope se la pidió y la abrió al azar por los salmos de David. Leyó los versículos 10, 11 y 12 del salmo «Todas las gentes me cercaron y en el nombre del Señor me vengué contra ellos». Lope se quedó un momento reflexionando, y al devolverle al cura el libro repitió el tercer versículo.

Luego añadió: —Hasta en los libros santos se autoriza la venganza. El cura no sabía qué pensar porque le habían hablado de Lope como de un hombre atolondrado y violento. Se atrevió a decir: —En este libro hay las palabras que a cada cual le pueden salvar.

Repetía con una voz grave y un poco lejana: «Todas las gentes me cercaron, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos». Recordaba aquellos versículos y los repitió varias veces a lo largo del camino.

Iban a la ribera del río Huallaga, un río bastante ancho con raudales fuertes, que iba a desembocar más abajo en el Amazonas. Cabalgaba la Torralba en su mulo muy a lo señora, y por un momento pareció que iba a cantar la jota soriana.

El padre Portillo se hizo bastante amigo de Lope y ayudó durante el viaje llevando del ronzal el mulo de carga en los pasos difíciles. En cuanto a Elvira, iba a la grupa del caballo de su padre y miraba asustada, sintiéndose un poco perdida en la violencia de aquellos paisajes.

Adoraba Lope a su hija, y sintiendo sus brazos alrededor de la cintura y la cabeza apoyada en su espalda, no podía evitar alguna palabra amorosa. Hay una legítima voluptuosidad de padre y Lope no había pensado renunciar a ella. Así, cuando Elvira le preguntaba si faltaba mucho, él la respondía: «Sólo un pequeño trecho, corazón mío».

Pero le sucedió a Elvira un accidente desgraciado. El espejito que le habían traído de Lima se le fue de las manos cuando se miraba y cayó trompicando a un abismo en cuyo fondo se veía azulear un arroyo.

No se atrevió la niña a pedir a su padre que. Y se quedó el resto del camino bastante triste. Cuando llegaron a la ribera vieron que el campamento estaba muy animado y que los bergantines eran nueve y estaban en tierra varados sobre carriles de madera, según costumbre.

En el agua había además varias balsas y unas embarcaciones de forma nueva y nunca vista que llamaban los marineros chatas cordobesas y que eran rectangulares con dos pisos, uno al nivel del agua, otro a dos estados de ella, y en el piso segundo unas toldillas para proteger del sol a la gente.

El calor allí con cualquier tiempo —nublado o sereno— era de veras angustioso y todos se decían, aunque sin creerlo, que una vez en el río las brisas de la hoya refrescarían el aire. Además, en aquellos días de junio de la estación vernal estaba en toda su furia.

Ciertamente que en aquellas latitudes el invierno y el verano apenas se distinguían y tan calientes eran los dos que los indios, si tenían que trabajar, lo hacían de noche, aunque en general lo evitaban.

Sólo se distinguían las estaciones por el régimen de lluvias. Desde julio hasta Navidad llovía poco. A partir de la Navidad solía haber una tormenta diaria que comenzaba a la hora de la siesta. El calor hacía a veces imposible el trabajo, y no sólo para los españoles, sino también para los indígenas aclimatados al lugar.

En todo caso, la Naturaleza era generosa y proveía en aquellas latitudes con largueza de frutos de la tierra y peces del río y también aves u otros animales del bosque. Era como si sabiendo que no se podía hacer nada bajo un sol mordedor e implacable se adelantara a ofrecer al hombre lo indispensable para que viviera sin trabajar.

No sucedía eso en todas partes, sin embargo, sino sólo en algunos lugares del interior, donde los indios, sabiéndolo, tenían sus mayores poblados.

En Santa Cruz, que era tierra alta, no había aquella abundancia ni mucho menos. Al lado del río Huallaga, tampoco. Pero habían sido llevados a aquel lugar rebaños de cabras y de ovejas, vacas y grandes cantidades de una harina especial con la que hacían galleta.

Llevaban también aceite y sal, esta última abundante. Lope de Aguirre veía a su alrededor mucha gente impaciente, y con aquello se afirmaba mejor en su calma.

Pero aún no he visto que los hombres reciban según sus méritos. Y en tiempos revueltos como los que vivimos es necesario que los hombres plebeyos suban y reciban su premio, cuanto más los que hemos nacido en casa hidalga y libres de pechos».

Después de estas u otras palabras parecidas, no era raro que Lope recordara los versículos del salmo de David.

El cura no sabía qué pensar. Tan pronto le parecía Lope un perdido como un hombre razonable con posibilidades de virtud. Su aire ascético lo parecía más porque faltándole las muelas de arriba no podía alimentarse y comía poco y mal era más de ermitaño del yermo.

Pero el cura no podía menos de salir de su error oyéndolo a veces blasfemar. El padre Portillo no era muy inteligente ni tampoco fuerte de carácter, y, en definitiva, más que por la ambición del obispado, iba con la expedición para no separarse demasiado de sus seis mil pesos.

Su falta de carácter se advertía mejor cuando se le veía al lado del padre Henao, hombre sanguíneo, decidido, buen razonador y con muchas letras humanas.

En cuanto Portillo vio a su colega pensó, como dije antes, que si de aquella entrada salía algún obispado sería para el padre Henao. Sin embargo, podría suceder que hubiera dos. Y entonces Ursúa le daría a él el segundo antes que pagarle los seis mil pesos con réditos o sin ellos.

De eso estaba seguro el padre Portillo. Una tarde, en la cantina, Lope de Aguirre, Frías y algún otro soldado discutían materias graves. Frías, capitán casi famoso, exponía sus ideas sobre la guerra y la paz.

Aguirre escuchaba y con frecuencia pensaba lo contrario. Dijo, como si con estas palabras quisiera cerrar la discusión: —Lo que pasa es que en la vida está permitido todo y vuesas mercedes no se han enterado todavía.

Frías no quería quedarse atrás, pero tampoco deseaba darle la razón a Lope. Y dijo con cierto aire de superioridad: —En la vida está permitido todo, es cierto, señor Lope de Aguirre, pero no a todos.

Los otros soldados callaban. Lope de Aguirre concedía: —Ciertamente que no a todos. Al ruin no le está permitido nada. Al bellaco le está permitido todo si es maestro y dueño de su bellaquería y no esclavo della.

Apuntaba Lope con un dedo a su propio corazón: —Aquí nos lo dicen. Volvió el silencio. Frías invitó a beber otra ronda y apuraron los vasos. Lope repitió: —A todos les está permitido todo, menos al ruin.

cooperación que pueden haber obstruido el progreso. genera paciencia. conceptos de libertad y de liberación han fascinado a los seres humanos. mayores aspiraciones en el mundo de hoy en día es ser libre. y prosperar con el trabajo de sus manos, mentes y corazones. y económicos. justifican otros sentimientos y acciones equivocados.

los sentimientos y acciones positivas y beneficiosas. para conseguirlo. separarse de tales deseos. dependencia y una naturaleza más amorosa. injusticias hasta que los individuos sean libres. Juntos dan felicidad. también otros tienen riqueza pero no tienen salud, y esto causa infelicidad.

quienes eligen ciertas profesiones creyendo que éstas les traerán felicidad. también traen consigo iguales cantidades de sufrimiento e infelicidad. interna y de valores espirituales. reavivan sus virtudes permitiendo que se eleve el nivel de felicidad.

bienestar a los demás. que no hay trastornos ni violencia. La paz interna crea fe en el intelecto. garantiza una victoria final. mantiene una cuenta sana de felicidad. En cada alma humana existe un estado de perfección.

sabiduría y estabilidad. realizan en base al interés global. La honestidad actúa como un detergente. explicaciones confusas. hace digna de confianza. de confianza garantiza que el barco nunca se hundirá.

uno digno de confianza. honestidad y limpieza, también hay cercanía. ver qué es lo que funciona mejor, qué es lo que es útil y significativo.

e integridad se refuerza. actitud descuidada o egoísta, no refleja motivaciones puras. inspira fe en ellos.

consistencia en el esfuerzo. es correcto y lo que es erróneo. penetran en los momentos más oscuros. recursos de forma valiosa y benevolente. momento de morir se tendrán que abandonar. ser y de vivir como un depositario.

Humildad es dejar hacer y dejar ser. reverenciado primero. uno se vuelve humilde, adquiere grandeza en el corazón de los demás. negativos que éstos sean. ambiente atractivo, cordial y confortable.

de luz que emite señales sobre lo que nos espera a lo lejos. dificultades así como de permanecer en silencio. y profundidad. amor real, no es un amor a ciegas. espiritual, como un alma, es ver su realidad.

Tal amor es virtuoso y proporciona alegría. odio, ira o celos. natural de hacer felices a los demás, en vez de hacerles sufrir. parece adecuado. Debe haber un equilibrio entre los dos. experimentará su veracidad.

apoyara en los recursos temporales. Imperecedero porque es ilimitado, constantemente radiante y siempre disponible.

gratificaciones momentáneas. estado interno en el que el amor se revele en el rostro y en cada actividad. para ejercitar su fortaleza y recursos internos.

no les ofrezcan amor. esfuerzo se hace para amar, más amor se recibe. una actitud de amor y acciones llenas de amor.

crear un mundo mejor, un mundo de verdad. Fuente eterna. paz, nuestros propios recursos desbordan con fortaleza silenciosa. pensamientos puros, sentimientos puros y buenos deseos. hacia adentro para después mirar hacia fuera con valor, determinación y propósito.

sentimientos y motivaciones. momento siguiente dicen cosas hirientes. aquel que permanece intranquilo? profundidad de lo que nos atrevemos a admitir.

emocionales y otros problemas psicosomáticos. paso: conocerse a uno mismo. erige una sociedad sana y funcional. de ganar respeto. interior, un ser espiritual, un alma. desde un espacio auténtico de valor puro.

así como entereza e integridad en el interior. completamente el respeto. reconocimiento hacia mí. pierde el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. sentirán en los momentos de más vulnerabilidad. perjudica también al trasgresor. subordina a uno artificial. existe una espiritualidad compartida.

sentimiento de familia. ocasionan un desequilibrio ecológico y desastres naturales. humanidad con precisión y abundancia. al objetivo. Al actor se le ha dado un papel.

otro lugar o ser otra persona. deber que se le asignó y permanece fiel al objetivo. alegre por haber realizado una contribución significativa. una responsabilidad a otro.

cambios necesarios. social o global animan a realizar acciones de manera altruista. vuelve operativa. derechos y responsabilidades. La vida es un campo de acción.

pensamientos con esencia y sentimientos de empatía. estilo de vida. Lester B. La sencillez es natural. carente de atractivo para aquellos cuya visión está acostumbrada a lo superficial. sentimientos de empatía.

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La sencillez es verdad. mismo tiempo profundo. sencillez y esplendor pueden compararse al joyero. enseña a economizar. sinceros sobre sus necesidades y viven de acuerdo a ello. necesidades artificiales. abundancia a otros. genuina, muestra su tolerancia de una forma práctica.

ese amor. Cuando hay carencia de amor, hay falta de tolerancia. siempre hay que hacer reajustes para acomodar a los demás. nuestra vida.

discernimiento al tomar decisiones. Las decisiones perspicaces tienen éxito. ofrece sus frutas en retorno. Ciertas circunstancias requieren tolerancia. estaciones y los diversos niveles de dolor corporal. después de un día de duro trabajo, posiblemente están cansados y fastidiados.

y valor para hacer que lo imposible se haga posible. valores nobles personificados en los principios universales fundamentales. La persona puede entonces adaptarse según sea necesario. sus instrumentos. inferioridad producen sonidos disonantes. humana básica es el sentimiento de pertenencia, de formar parte de un todo unificado.

los demás. virtudes y de su ingenuidad. igualmente culpable de sus vicios. Angie E. sociedad tan deformada y deteriorada. valores deben llegar a ser un modo de vida, el cual nos guiará por el camino correcto.

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Diccionario de los Símbolos. Juan Eduardo Cirlot

Tirada de cortesía equinoccial - Nociones com plem entarias sobre la «lectura» de sím equinoccial. El significado de la cortesía exige al varón m antenerse cubierto éticos y morales, el respeto y la atención al cliente, así como las técnicas Tiradas controladas, disparos prefijados y frecuencia cortesía, etc 4 Reunión formal, oficial o solemne tirada y el turno. ahogo s m 1 Dificultad para equinoccial de primavera (año trópico, cuya duración y cruza la Equinoccial. Frente a Salango tropieza tirada. Así mismo continuaré, si no me abandonáis no y canto de órgano y otras cosas de cortesía y buenas

Es originario de Asia y se cultiva en algunas regiones de climas cálidos del país 2 Prunus amygdalus Árbol de la familia de las rosáceas que mide de 6 a 8 m de altura, de hojas oblongas, flores rosadas o blancas, y cuyo fruto es la almendra.

Es originario de África y se cultiva en todo el litoral mediterráneo. almíbar s m 1 Jarabe dulce que se prepara poniendo a hervir agua con azúcar y, generalmente, frutas o jugo de frutas. almidón s m Hidrato de carbono que se encuentra como sustancia de reserva en el tallo, raíz y semillas de las plantas.

Ya procesado es un polvo blanco, ligero y suave, y se obtiene principalmente de la papa, el maíz, el trigo y otros cereales.

Es importante como alimento además de emplearse en la fabricación de pomadas, en el acabado de telas y como pegamento al hervirlo con agua para hacer engrudo.

almirante s m Rango más alto en la jerarquía de la marina; oficial que tiene este rango. almorrana s f Hemorroide: un remedio para curar las almorranas.

alondra s f 1 Pájaro de la familia Alaudidae , de cola ahorquillada, generalmente rayado, café o pardo; mide de 15 a 20 cm de largo. Es terrestre, gregario y se alimenta de insectos y de granos.

Sus uñas traseras son alargadas, casi derechas. Se caracteriza por su voz musical y porque le gusta cantar en un punto alto de su vuelo. Es abundante en España 2 Eremophila alpestris Pájaro común que vive en América, café grisáceo o rojizo, algunas veces rayado, de pico corto y delgado.

Vive en los pastizales o en los campos abiertos, y acostumbra caminar sobre la tierra, posarse en las rocas, en las bardas y empalizadas, y volar largas distancias en grupos, o a solas. A veces canta en lo alto mientras vuela. alpinismo s m Deporte que consiste en escalar montañas: los elevados riesgos del alpinismo, afición por el alpinismo.

alpiste s m Phalaris canariensis Planta gramínea cuyas semillas, muy pequeñas, sirven de alimento a los pájaros. alquimia s f Doctrina y conjunto de prácticas que tenían por objeto el estudio de los elementos constitutivos del universo y la naturaleza, sus posibles mezclas y transmutaciones, así como el hallazgo de una sustancia o elemento tal que impidiera la disgregación de los cuerpos, es decir, la muerte.

Las investigaciones que realizaron en la búsqueda de este elíxir de la vida y de la transmutación de los metales comunes en oro tenían un carácter secreto y místico y dieron lugar al descubrimiento de una serie de operaciones de laboratorio tales como la destilación, la sublimación y el baño maría, lo mismo que al invento del alambique; de su rama más empírica nació la química y de su concepción mística un arte contemplativo y técnicas ascéticas.

Estas doctrinas y prácticas a lo largo de su historia fueron explotadas por algunos charlatanes y embaucadores: la alquimia griega, los secretos de la alquimia.

alquimista 1 s m y f Persona que profesa o practica la alquimia: los alquimistas de la Edad Media, los símbolos de los alquimistas 2 adj m y f Que pertenece a la alquimia o a los alquimistas o se relaciona con ellos: laboratorio alquimista, la nomenclatura alquimista de los metales, secta alquimista.

alternador s m Tipo de generador que produce tensiones y corrientes alternas: el alternador del coche. alterno adj 1 Que sucede por turnos o en periodos que se repiten en forma regular: movimiento alterno, orden alterno, días alternos 2 Bot Tratándose de las hojas o flores de las plantas, que están distribuidas una en cada nudo alrededor del tallo, una de un lado y otra del lado opuesto, y sin quedar una frente a otra.

altiplano s m Región de elevada altitud formada por una extensión de escaso relieve, particularmente cuando se encuentra rodeada por un sistema de sierras: altiplano andino. alto 2 s m 1 Interrupción o detención de algo: alto el fuego 2 Poner le el alto Hacer que algo se detenga o termine; ponerle fin: ponerle el alto a la corrupción, ponerle el alto a los hambreadores 3 Señal para detener la circulación de los vehículos o de las personas: pasarse un alto, pararse en el alto.

alumbrado 1 pp de alumbrar. alumbramiento s m 1 Acto de alumbrar, o parir o dar a luz un hijo; parto: un alumbramiento feliz 2 Med Fase final del parto, posterior a la salida del feto, que consiste en el desprendimiento y evacuación de la placenta y de las membranas propias de la gestación.

aluminio s m Metal blanco, brillante, ligero, dúctil, muy maleable y resistente a la corrosión. En estado puro es blando por lo que generalmente se prepara en aleaciones con silicio, magnesio, cobre o titanio.

Tiene muchos usos y gran demanda industrial, es el metal más usado después del hierro; se emplea particularmente en la industria aeronáutica, eléctrica, química, del automóvil y de la construcción, y también en la fabricación de utensilios de cocina, aparatos electrodomésticos, etc.

Su producción metalúrgica se basa en la reducción electrolítica de la alúmina obtenida de la bauxita: cuchara de aluminio, lámina de aluminio. alumno s Persona que estudia bajo la orientación de otra, generalmente en una escuela: alumno de primaria, alumno de matemáticas.

aluvión s m 1 Avenida fuerte de agua; inundación 2 pl Geol Depósito formado por numerosos fragmentos de roca que han sido transportados por aguas comentes 3 Gran cantidad de algo: un aluvión de críticas 4 Der Modo de aumentar la propiedad en un predio ribereño por el efecto que producen en él las corrientes fluviales.

Es una forma legal de accesión. alveolar adj m y f 1 Que pertenece a los alveolos o se relaciona con ellos 2 Fon Que se pronuncia apoyando la punta de la lengua en los alveolos de los dientes.

Son alveolares las consonantes n, l, r , y s. También alvéolo. amado I pp de amar II adj y s Que recibe el amor o cariño de alguien: apartarse de su amada.

amapola s f 1 Papaver somniferum Planta anual de la familia de las papaveráceas, de aproximadamente 1 m de altura; hojas angostas, agudas y dentadas; tallo velloso y flores grandes generalmente de color rojo. amar v tr Modelo de conjugación regular Sentir amor por alguien o por algo; querer: amar a los niños, amar el arte, amar la vida.

amaranto s m Amaranthus paniculatus, Amaranthus sanguineus Planta herbácea que mide hasta metro y medio de altura; tiene hojas ovales alternas de largos peciolos; flores aterciopeladas, pequeñas, de color carmesí, en panículas que cubren las espigas en que terminan tanto el eje como las ramificaciones; en algunas de sus variedades los frutos son comestibles y muy alimenticios; algunas especies se cultivan como plantas de ornato y, de otras, se elabora el dulce llamado alegría.

amarilidácea Bot s f y adj Planta angiosperma, monocotiledónea, generalmente herbácea y con forma de bulbo, de hojas perennes y lineales, flores hermafroditas solitarias o en racimo y semilla con albumen carnoso, como el agave, el narciso, los nardos y las azucenas.

amarillo 1 s m Color del oro, de la yema del huevo, de los pollos o los patos recién nacidos; es el tercero en el espectro solar o arco iris 2 adj Que es de ese color 3 adj Que pertenece a la raza así llamada, natural de Asia.

amarizar v intr Se conjuga como amar Posarse una aeronave sobre el agua. amate s m 1 Árbol del género Ficus y de la familia de las moráceas, del que hay cerca de cien especies en México; es de hojas simples y alternas, con flores femeninas y masculinas que crecen dentro de una especie de globo donde están también los frutos.

Se usa su savia como laxante y de la corteza de una de sus especies se hace papel 2 Papel hecho de la corteza de este árbol 3 Pintura que se hace sobre este papel: amates guerrerenses.

ámbar s m 1 Resina fósil de una variedad extinta de pinos Pinites succinifer ; es de color amarillo pálido, dorado, anaranjado o café rojizo, transparente o semitransparente; ligera, dura y quebradiza. ambiental adj m y f 1 Que pertenece al ambiente o se relaciona con él: temperatura ambiental, los efectos de la contaminación ambiental 2 Que crea una sensación particular de tranquilidad o comodidad: música ambiental.

amerindio adj y s Que pertenece a alguno de los grupos indígenas de América o que se relaciona con ellos: culturas amerindias, lenguas amerindias. amiba s f Animal protozoario del género Amoeba ; es unicelular, no tiene forma definida porque extiende su masa en cualquier dirección para moverse o englobar sus alimentos, mediante prolongaciones momentáneas llamadas seudópodos.

No tiene sistema nervioso ni memoria. Algunas especies son parásitas del hombre y de otros animales; ameba. amígdala s f Med 1 Cada uno de los dos órganos en forma de almendra y de color rojizo situado a cada lado de la laringe; está compuesto de tejido linfático, cubierto de una membrana mucosa: operación de las amígdalas 2 Lóbulo del cerebro.

amina s f Quím Compuesto básico formado por dos átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno; se obtiene del amoniaco, sustituyendo en él esos átomos por radicales alcohólicos; se suele combinar con ácidos fuertes para formar sales.

Es parte de la estructura de los aminoácidos. aminoácido s m Biol y Quím Cada uno de los ácidos orgánicos grasos, sólidos, cristalinos, por lo general solubles en agua y difícilmente solubles en alcohol.

Son las moléculas constituyentes principales de la materia viva; integran las proteínas que determinan las características hereditarias de los seres, según el orden en que aparezcan en los genes; tienen un papel importante en el metabolismo, el crecimiento, mantenimiento y restauración de los tejidos vegetales y animales.

aminorar v tr Se conjuga como amar Reducir o hacer más pequeña la cantidad, la intensidad o la extensión de algo: aminorar el temor, aminorar el déficit de la balanza comercial.

Es originaria de China y se cultiva como ornamental. amnistía s f Der Acto del poder legislativo que extingue la acción penal y las sanciones impuestas excepto la reparación del daño de uno o varios delitos, en particular los de carácter político, y se aplica automáticamente a las personas procesadas por ellos: ley de amnistía.

amoniaco s m 1 Quím Gas compuesto de un átomo de nitrógeno y tres de hidrógeno; es incoloro, de olor muy penetrante y desagradable, irritante y muy tóxico, soluble en agua y en alcohol. Se obtiene por la descomposición bacterial de las proteínas, purinas y urea.

Forma sales con la mayoría de los ácidos y nitruros con los metales. Es buen disolvente, se utiliza como refrigerante en la producción de hielo, para elaborar fertilizantes y en la fabricación de fibras sintéticas, colorantes y pilas electroquímicas 2 Med Solución de este gas en agua, qüe se emplea como antiácido y estimulante de la respiración.

También amoníaco. amoroso adj 1 Que se refiere al amor o se relaciona con él: la pasión amorosa, una decepción amorosa, experiencias amorosas 2 Que muestra amor y ternura: palabras amorosas, padre amoroso. amortiguador 1 adj Que amortigua, que reduce el impacto o el efecto de algo: mecanismo amortiguador, resorte amortiguador 2 s m Dispositivo o aparato que reduce el efecto de los golpes, las vibraciones, los movimientos bruscos, etc: amortiguadores de un coche, amortiguador de émbolo.

amortización s f Cont 1 Acto de amortizar 2 Pago total o parcial de una deuda: amortización de préstamos a corto plazo 3 Der Paso de ciertos bienes a poder de manos muertas, de forma que np se pueda negociar con ellos: amortización de un terreno 4 Recuperación del capital invertido en una empresa; compensación que se hace para renovar las instalaciones, objetos, etc que se deterioran por el uso: amortización de la maquinaria de una fábrica 5 Der Supresión de uno o más puestos o plazas en un cuerpo de funcionarios u oficina, particularmente por no cubrir sus vacantes.

amperaje s m Elec Intensidad de una corriente eléctrica, expresada en amperios. amperio s m Elec Unidad de intensidad eléctrica equivalente a la que se obtiene cuando la tensión de un voltio origina una corriente a través de una resistencia de un ohmio; ampere.

ampliación s f Agrandamiento o expansión de algo; acto de ampliar: ampliación de una calle, ampliación de un programa educativo, ampliación de una fotografía, ampliación de un plazo.

ampliar v tr Se conjuga como amar Hacer algo más grande, extenso o profundo; hacerlo más amplio: ampliar una casa, ampliar una fotografía, ampliar un escrito, ampliar una declaración. amplificación s f Acto de amplificar; aumento de la magnitud, la intensidad, el tamaño, etc de alguna cosa o fenómeno: amplificación de una fotografía, amplificación de un ruido.

amplificador 1 adj Que amplifica 2 s m Aparato o dispositivo que aumenta la magnitud, potencia, intensidad, etc de una corriente eléctrica o de un fenómeno mecánico: el amplificador de un equipo de sonido. ampolleta s f 1 Pequeño recipiente de vidrio, herméticamente cerrado, que contiene una dosis de algún medicamento, generalmente inyectable 2 Popular Botella pequeña de cerveza.

amuzgo s m 1 Grupo indígena mexicano que habita en la región fronteriza de los estados de Oaxaca y Guerrero, en la llamada Costa Chica. Su economía se basa principalmente en el cultivo del maíz, frijol, ajonjolí, chile, jitomate.

Comercia con frutas y otros productos, como la miel de abeja y los hilados. También pesca en las lagunas y cría animales domésticos 2 Lengua de la familia oaxa-queña, subfamilia mixteca, que habla este grupo indígena 3 adj y s Que pertenece a este grupo o se relaciona con él: cultura amuzga, huípil amuzgo.

También amusgo. anacoluto s m Lit Ruptura o discontinuidad entre dos oraciones sintácticamente correctas, pero cuyo resultado es una cláusula anormal desde un punto de vista gramatical. anafre s m Brasero portátil de metal y base cúbica, que tiene un orificio en una de sus caras por el cual penetra el aire.

anagrama s f Palabra obtenida por transposición de las letras de otra u otras palabras, por ejemplo, Belisa es anagrama de Isabel o ni me declara de Carmen Delia.

anal adj m y f Que pertenece al ano o se relaciona con él: abertura anal, músculo anal. analista s m y f Persona que hace análisis, particularmente en psicología; psicoanalista, y en matemáticas o computación; analista de sistemas.

analítica s f Lóg Parte de la lógica que da las reglas o el método para descomponer un todo y proceder al examen de sus elementos constitutivos.

analógico adj 1 Que pertenece a la analogía o se relaciona con ella; que procede estableciendo analogías: pensamiento analógico 2 Fís, Comp Que emplea variables físicas continuas como la temperatura, la presión, el voltaje, etc para representar otras variables o cantidades numéricas con las que se puede operar, como cuando se representa o simula un sistema mecánico por medio de un circuito eléctrico de manera que las ecuaciones que se aplican al modelo eléctrico podrán aplicarse igualmente al sistema mecánico, o como ocurre en los teléfonos y tocadiscos no digitales, en los que las vibraciones sonoras se representan por medio de impulsos magnéticos que, después de un proceso, se reproducen de nuevo como vibraciones: dispositivos analógicos, computadora analógica.

anarquista adj y s m y f Que se relaciona con el anarquismo, es partidario de esta doctrina o promueve la anarquía: posiciones anarquistas, propaganda anarquista, un anarquista español. anatómico adj 1 Que pertenece a la ciencia de la anatomía o se relaciona con ella: estudios anatómicos, descripción anatómica 2 Que se relaciona con el cuerpo considerado desde un punto de vista estructural y no funcional: desarreglos anatómicos, diseño anatómico.

anca s f 1 Cada una de las dos partes laterales y superiores situadas en la región posterior del cuerpo de los cuadrúpedos, en especial de los caballos 2 Anca de rana Cada una de las patas posteriores de la rana, en especial el muslo, que es muy carnoso y de sabor agradable.

ancia s f 1 Pieza de hierro que va sujeta a una cadena o cabo y que usan las embarcaciones para detenerse y quedar aseguradas en un lugar determinado. Por lo general tiene forma de arpón o anzuelo doble: echar el ancla 2 Ancla de la esperanza o de respeto Mar La más grande y pesada que se usa sólo en casos extremos 3 Aguantar el ancla Mar Soportar la acción del viento, la marea o las corrientes por medio de las anclas que sujetan el barco 4 Levar anclas o el ancla, levantar o suspender anclas o el ancla Mar Recogerlas para que la nave pueda avanzar 5 Echar anclas Mar Dejarlas caer al fondo 6 Al ancla Mar Fondeando.

anchura s f 1 Cuando se está de cara a un objeto, la dimensión frontal y horizontal de éste: la anchura de un cuadro 2 Frente a una figura de dos dimensiones, la horizontal.

andante 1 s m Mús 1 Tiempo de la composición musical moderadamente lento. En oscilaciones metronómicas entre y por minuto 2 Pieza musical que se compone o ejecuta en ese tiempo: tocar un andante.

anélido s m Zool 1 Gusano o lombriz de cuerpo alargado y cilindrico constituido por segmentos en forma de anillos. Posee sistema circulatorio, nervioso y excretor, y respira a través de la piel.

Vive en aguas saladas y dulces, en tierra húmeda, y algunas especies son parásitas en peces y mamíferos, incluyendo al hombre 2 pl Fílum que forman estos animales. anemómetro s m Instrumento que sirve para medir la velocidad del viento en las observaciones meteorológicas.

anémona s f 1 Planta del género Anemone y de la familia de las ranunculáceas, de la cual existen varias especies en México. Alcanza aproximadamente 1 m de altura y se caracteriza por tener flores sin pétalos, pero con sépalos de vistosos colores, que los sustituyen, y un fruto seco con una sola semilla.

Se cultiva como planta de ornato 2 Anémona de mar Animal marino del grupo de los celenterados que tiene la boca rodeada de numerosos tentáculos de vivos colores, que extendidos le dan la apariencia de flor. Tiene células urticantes en sus tentáculos y vive adherido a las rocas o a conchas de molusco abandonadas, en las que a menudo se meten cangrejos ermitaños con los que establece una relación de mutua ayuda.

También anemona. anestesiología s f Med Parte de la medicina que se encarga del estudio de los procedimientos y sustancias que se emplean para anestesiar, principalmente a los pacientes.

anestesiólogo s Med Especialista en los procedimientos y sustancias para anestesiar. anestesista s m y f Med Médico especialista en la aplicación de anestesia: pagar los honorarios del anestesista.

anfibio 1 adj Que puede vivir, respirar o funcionar tanto en el agua como fuera de ella: animal anfibio, avión anfibio 2 s m Zool Vertebrado de distintos géneros y especies que durante su etapa larvaria es acuático y tiene respiración branquial, pero al entrar a la fase adulta surge una metamorfosis en la que pierde las branquias y desarrolla una respiración pulmonar, por lo que puede vivir tanto en la tierra como en el agua.

Puede ser de cuerpo deprimido y sin cola como las ranas y los sapos, alargado y con cola como las salamandras, o parecido a una serpiente como las manos de metate; batracio 3 s m pl Zool Clase formada por estos animales.

ángel s m 1 Relig En algunas religiones, como en la católica, cada uno de los espíritus puros creados por Dios, que le sirven como mensajeros intermediarios con los seres humanos; constituyen el último de los nueve coros celestiales.

angina s f 1 Amígdala 2 Tener anginas o estar enfermo de las anginas Tener las amígdalas inflamadas o supuradas, generalmente a causa de una infección 3 Angina de pecho Enfermedad que se asocia con problemas en el funcionamiento del corazón y se caracteriza por provocar un dolor muy intenso en el pecho y una sensación de opresión, ahogo y muerte inminente.

angiología s f Parte de la medicina que se ocupa del estudio y tratamiento del sistema vascular. angiosperma Bot 1 s f y adj Planta fanerógama que da flores y tiene las semillas dentro de un ovario que, una vez fecundado, se convierte en fruto. Son las más comunes en la naturaleza; se conocen cerca de doscientas cincuenta mil especies tan variadas, como la caoba y el maíz, las orquídeas, los rosales y los ahuehuetes 2 s f pl Clase que forman estas plantas.

anglicanismo s m Rama del cristianismo surgida en Inglaterra durante el siglo XVI , muy semejante al catolicismo en su doctrina, rito y estructura de gobierno, pero separada de éste por negar al Papa como autoridad, y por reconocer, en cambio, al soberano inglés como cabeza de la Iglesia, aunque en la actualidad ese reconocimiento es simbólico.

angosto adj Que su anchura es reducida, que tiene poca extensión en ese sentido o en relación con su longitud: una escalera angosta, un camino angosto, un terreno angosto. anguila s f I 1 Pez de cuerpo cilindrico y alargado, como el de una serpiente, de piel lisa y resbalosa, que habita en aguas dulces y saladas, perteneciente a varias especies, algunas de las cuales producen descargas eléctricas; morena 2 Anguilla rostrata Pez teleósteo del grupo de los ápodos que habita en los ríos que desembocan al golfo de México.

Sus aletas dorsal, caudal y anal están unidas. Cuando alcanza su madurez sexual emigra hacia las profundidades del mar de los Sargazos, donde se reproduce y muere. Sus crías, las angulas, repiten entonces la misma migración, pero en sentido contrario II Mar Cada uno de los dos maderos largos paralelos a la quilla, sobre los que se construye un barco y se desliza hasta el agua para botarlo.

angula s f Anguila joven, con una longitud de 5 a 9 cm de largo, de color blanco después de ser cocida y muy apreciada como alimento: una lata de angulas.

angular adj m y f Que tiene forma o figura de ángulo, que se refiere a él: velocidad angular, momento angular, medida angular. angustioso adj Que produce o expresa angustia: un libro angustioso, una situación angustiosa, una angustiosa súplica.

anhídrido s m Quím Compuesto que se obtiene a partir de un ácido por eliminación de una molécula de agua. anhidro adj Quím Que no contiene agua, ni absorbida en su superficie, ni combinada en otra forma: óxido anhidro, estado anhidro, éter anhidro.

anilina s f 1 Sustancia orgánica, líquida y aceitosa, de olor fuerte y desagradable, muy tóxica, que se oscurece rápidamente al ser expuesta al aire y a la luz. Se obtiene a partir del benceno y se emplea en la fabricación de colorantes, tintas para impresión, pinturas, barnices, etc y en las industrias farmacéutica y del hule 2 Colorante hecho con esta sustancia: anilina roja.

ánima s f 1 Alma, particularmente la de los difuntos: aparecerse un ánima 2 Ánima bendita Relig Entre los católicos, la que pena en el purgatorio: rezar por las ánimas benditas 3 Hueco interior de algunos objetos, particularmente el del cañón de las armas de fuego 4 Coraza formada por láminas de acero que se usaba como armadura 5 Psí Según la teoría de Jung, imagen ideal de la femineidad presente en el inconsciente del hombre; se trata de un arquetipo formado en el hombre por el conjunto de experiencias ancestrales relativas a la mujer 6 pl interj ¡Ojalá!

Se hace editando las imágenes en cierta secuencia y proyectándolas o haciéndolas pasar a cierta velocidad, como en las caricaturas. animado I pp de animar o animarse.

anís s m 1 Pimpinella anisum Planta originaría de Egipto, de la familia de las umbelíferas; mide entre 30 y 50 cm de altura, tiene el tallo velloso y las flores pequeñas y blancas. Su fruto es verdoso, de olor y sabor agradables, y se usa como condimento en la cocina, para aromatizar dulces y licores y, en medicina, como digestivo, para aumentar la leche en las mujeres que crían, etc 2 Fruto de esta planta 3 Licor dulce preparado con el fruto de esa planta: una copa de anís 4 Illicum anisatum Árbol pequeño de la familia de las magnoliáceas, de hojas alternas y flores amarillo verdosas, medicinales y sin aroma.

Es originario de Asia 5 Anís estrella, anís estrellado o anís de China Illicum verum Árbol pequeño de la familia de las magnoliáceas, de hojas alternas, flores rojas y globosas que tienen propiedades curativas, y frutos de olor agradable en forma de estrella, los cuales se usan como condimento en la cocina y para preparar tés digestivos.

Es originario de China 6 Fruto de este árbol. aniversario s m Fecha en la que se cumplen años de haber sucedido algo y que, generalmente, es motivo de alguna celebración: aniversario de bodas, décimo aniversario.

ano s m Orificio terminal del conducto digestivo, por donde se expulsa el excremento. anodino 1 adj Que no tiene ningún interés ni merece atención alguna; que no destaca ni se distingue: una película anodina, un personaje anodino 2 s m Med Sustancia o agente que tiene la propiedad de calmar el dolor, como la codeína, la morfina o el opio.

ánodo s m Elec Electrodo por el que entra la corriente de una línea eléctrica; hacia él se dirigen los electrones y las partículas coloidales de carga negativa cuando se establece el paso de corriente. anona s f 1 Fruto de pulpa más bien abundante, aromática y comestible, como la chirimoya y la guanábana, que se da en plantas del género Annona del que se conocen unas doce especies 2 Planta que da ese fruto.

anquilosis s f sing y pl Med Pérdida total o parcial de los movimientos de una articulación. antagonista s y adj m y f 1 En relación con algo o con alguien, otro que se le opone, su contrario o su adversario: fuerza antagonista, los antagonistas de un partido político 2 Anat Respecto de un músculo o nervio, otro que tiene una acción o una función contraria.

antártico adj Que pertenece a la Antártida o se relaciona con la región que la comprende: las aguas frías de la zona antartica.

ante 2 s m I 1 Alce 2 Piel curtida de este animal 3 Cualquier piel utilizada por la parte áspera en la fabricación de zapatos, bolsas, etc: zapatos de ante II Tapir americano. antebrazo s m 1 Parte del brazo comprendida entre la muñeca y el codo: fortalecer el antebrazo 2 En los cuadrúpedos, parte de los miembros anteriores comprendida entre el codo y la rodilla.

anteojo s m I 1 Instrumento utilizado para observar objetos muy lejanos. Se compone principalmente de dos lentes: una llamada objetivo, recolectora de luz, y otra, llamada ocular, que amplifica la imagen de lo que se observa 2 Anteojo astronómico Telescopio 3 Anteojo terrestre Aquel en el que la imagen de los objetos aparece sin inversión II pl Armazón que sostiene dos lentes, generalmente graduados, y que puesto delante de los ojos sirve para corregir defectos visuales o para proteger la vista de reflejos dañinos: anteojos oscuros, anteojos negros.

antepecho s m 1 Muro que se construye hasta la altura del pecho en una ventana o en un corredor, y que sirve para impedir que se caiga al exterior quien se asome desde ellos 2 Parte superior de una puerta o ventana, independiente de sus hojas, que puede ser fija o movible 3 Hipo Pedazo ancho de baqueta que sirve para protegerles el pecho a las caballerías de tiro.

anteproyecto s m Plan o bosquejo que sirve de base a un proyecto determinado, como un estudio, una obra arquitectónica, etc: anteproyecto de ley.

antera s f Bot Parte superior del estambre de las flores, de forma globosa, donde se produce y contiene el polen. antibiótico 1 s m Sustancia producida por un microorganismo generalmente una bacteria o un hongo o elaborada sintéticamente, que en soluciones diluidas inhibe el crecimiento de otros microorganismos o los aniquila; se emplea en medicina para combatir las enfermedades infecciosas.

anticuerpo s m Proteína que se produce en el organismo de los vertebrados y algunos equinodermos como respuesta y defensa ante la presencia de sustancias o microorganismos extraños y generalmente infecciosos antígenos. antígeno s m Biol Sustancia, generalmente una proteína, perteneciente a un microorganismo infeccioso, que al introducirse en el cuerpo de los vertebrados o de ciertos equinodermos, estimula la producción de anticuerpos.

antihistamínico s m Med Sustancia que neutraliza los efectos de la histamina en el organismo. Se usa para prevenir o contrarrestar reacciones alérgicas urticaria, asma, contracción de los bronquios, etc. antílope s m Animal cuadrúpedo de la familia de los mamíferos, vivíparos, rumiante, de cuerpo esbelto, patas altas y delgadas, cola corta y dos cuernos que pueden ser de las más variadas formas.

antinomia s f 1 Fil Contradicción entre dos principios, cada uno de los cuales se considera racional y verdadero 2 Der Contradicción u oposición entre el contenido de dos normas jurídicas vigentes.

antiséptico 1 adj Que impide la infección: fármaco antiséptico, efecto antiséptico 2 s m Sustancia que destruye gérmenes infecciosos o impide su desarrollo: antiséptico bucofaríngeo, antiséptico intestinal. antojitos s m pl Bocadillos típicos de la cocina mexicana. antropología s f 1 Ciencia que estudia al hombre en sus características físicas y la relación de éstas con el medio ambiente antropología física o somática , en su lengua, hábitos culturales, religiosos, etc antropología cultural , donde se incluyen también sus instituciones, formas de organización social, política, económica, etc antropología social 2 Conjunto de rasgos que, desde el punto de vista de es ta ciencia, caracterizan a un grupo determinado de hombres: antropología del mexicano.

antropólogo s y adj Persona que tiene por profesión la antropología: antropóloga social, antropólogo físico. anual adj m y f 1 Que ocurre o se lleva a cabo una vez al año: balance anual, concurso anual 2 Que dura un año: contrato anual 3 Planta anual Bot La que florece una vez al año.

anudar v tr Se conjuga como amar 1 Hacer con algo o de algo, un nudo o varios: anudar una cuerda 2 Unir, mediante un nudo, dos cuerdas, dos hilos, etc: anudar las agujetas, anudar dos cables. añil s m 1 Indigofera suffructicosa Arbusto de 1 a 2. aorta s f 1 Anat Arteria principal del aparato circulatorio de los vertebrados; nace en el corazón, desde donde se ramifica y da lugar a las demás arterias y vasos sanguíneos que llevan la sangre oxigenada a todo el cuerpo, excepto a los pulmones; en los mamíferos y las aves, parte del ventrículo izquierdo del corazón; en los peces y anfibios, del único ventrículo de su corazón; en los reptiles, se forma por la unión de las dos arterias arcos aórticos que salen del ventrículo izquierdo como en la lagartija o de ambos ventrículos como en el cocodrilo 2 Zool Vaso sanguíneo en que se prolonga el corazón de los invertebrados.

apalear 1 v tr Se conjuga como amar Golpear repetidas veces, especialmente con un palo, vara o algo similar; golpear así a una persona para lastimarla, un árbol para que caigan sus frutos, una alfombra para sacarle el polvo, etcétera. apalear 2 v tr Se conjuga como amar Aventar con una pala el grano para limpiarlo o cambiar de sitio alguna cosa valiéndose de una pala; palear.

aparcero adj y s Persona dedicada a la agricultura o a la ganadería, que recibe para su explotación tierras o animales con la obligación de ceder al propietario una parte del producto obtenido. aparentemente adv En apariencia, al parecer: acontecimientos aparentemente inconexos, un libro aparentemente difícil, poblaciones aparentemente sanas.

apartamento s m Departamento: apartamento amueblado, apartamento en renta. apasionante adj m y f Que despierta un interés muy vivo, que emociona intensamente o produce un entusiasmo profundo; que apasiona: una aventura apasionante, una vida apasionante. apellido s m 1 Cada uno de los dos nombres de familia que siguen al nombre de pila de una persona y que se transmiten de padres a hijos.

Respondió el cura que se iría a pie por Cristo, de cuya crucifixión se sentía culpable, y que no quería tener más tratos con tipos de aquella ruin calaña, que tal vez conquistarían Omagua, pero nunca conquistarían la confianza de los hombres honrados como él.

Ursúa, disimulando la ira, le autorizó a irse cuando quisiera y le volvió la espalda. Algunos soldados habían oído la conversación y Zalduendo acudió y dijo, rascándose la barba desde el cuello hacia arriba: «¿Por qué le deja marchar vuesa señoría?

Las necesidades de guerra de trescientos hombres y el servicio del rey valen más que eso, y si por miramientos lo dejáis, yo digo que con vuesa licencia traeremos al campamento hasta el último maravedí de ese hombre antes del mediodía de mañana».

Vacilaba Ursúa y, por fin, dijo: —Si lo hicieran sin daño y además ofreciendo al sacerdote el pago con réditos, yo no diría nada. Salieron los soldados y alcanzaron al cura en el camino. Poniéndole las espadas al pecho le exigieron el dinero y el padre Portillo, creyendo llegada su última hora, sacó un libramiento de los dos mil pesos que llevaba ya hecho —el que pensaba darle a Ursúa— con cargo al mercader.

Le exigieron el resto de su fortuna y el cura hizo otro papel y firmó. Fueron los soldados con aquellos documentos al mercader, cobraron cerca de seis mil pesos, que era todo el capital del sacerdote, y volvieron a Santa Cruz.

Como se puede suponer, aquel oro desapareció enseguida para cubrir lo más apremiante y Ursúa dijo que estaba seguro de que el cura volvería al real para correr el mismo azar bueno o malo de su fortuna. Y su profecía se cumplió dos semanas más tarde.

Algunos soldados se enmohecían en la espera, formaban rivalidades y despertaban discusiones y querellas. Entre los soldados de peor fama estaba, como dije, Lope de Aguirre, hombre de corta estatura, cojo de heridas recibidas en acción, cenceño y de aire atravesado. En los lugares donde había vivido, especialmente en las regiones del norte del Perú, se le conocía como Aguirre el loco.

Pero lo decían con simpatía y amistad y sin dejar de respetarlo. La fama de loco que tenía Aguirre influía en sus actos, es decir, que a medida que envejecía —tenía ya cuarenta y cinco años, que no eran pocos para un soldado— se creía en el caso de justificar su reputación. Para responder al deseo de influencia que.

A veces perdía la memoria de lo más inmediato, aunque se acordaba muy bien de hechos ocurridos en su infancia y en su juventud.

Por otra parte, solía decir que leía las intenciones más secretas de los otros y lo explicaba con ejemplos a veces inquietantes. Aquella su fama de loco era una manera de gloria, aunque fuera en el fondo bastante mezquina y vil, y se veía que el no haber conseguido otra lo traía inquieto.

En Santa Cruz pensaba Lope de Aguirre demasiado en sí mismo. Un día de aburrimiento afiló la pluma, buscó papel y comenzó a escribir: «Yo, el mentado Lope de Aguirre, cristiano viejo, hijo de medianos padres, hidalgo natural vascongado de la villa de Oñate, en los reinos de España, digo que nací el cuatro de febrero del año en la dicha villa donde me bautizaron.

Esto lo digo más por mi padre, que los otros andaban siempre tratando de salvarme si podían, especialmente mi madre, pero como estaba tan arrinconada y acoquinada, poco caso hacía nadie de ella si no era en la iglesia, adonde llevaba aceite y cera y vestidos para los santos en las grandes fiestas.

Se hablaba de eso en Oñate por los muchos navegantes que iban y venían diciendo historias más o menos puestas en razón, que recordaban a veces las de los libros de Amadís. Y atendíamos más a eso que a las declinaciones latinas, aunque también andaba yo algo ocupado con Valerio Máximo y sus historias de la Roma antigua que nos hacía leer el maestro.

Si hubiera de decir y traer a la memoria parte por parte todas las cosas de aquel tiempo en la villa vascongada habría menester otro cronista que tuviera más clara elocuencia y mejor retórica, y con todo y eso serían de poca monta, porque todos los chicos son iguales en todas partes, bellaquería más o menos.

Pero de pronto le pareció desairado escribir sobre sí mismo y tiró el papel a la chimenea apagada. Más tarde fue a buscarlo, lo alisó otra vez con las palmas de las. Y con esa idea siguió escribiendo. Después de aquella cédula me dieron otra firmada el 1 de diciembre de , diciendo que aquel regimiento que me otorgaban debía yo tenerlo y ejercerlo allí donde quedara establecido el gobierno de Nueva Toledo, cuya entrada y conquista se había capitulado ya con Almagro.

Yo estaba contento con aquello, porque me parecía digno de mí. Pero la verdad es que estuve en las entradas de los Chunchos con Pedro de Candía y en los Andes, que son montes fríos y ásperos como ninguna otra montaña en el mundo, y allí muchos cayeron y volvíamos maltrechos cuando nos salió al encuentro el mismo don Hernando Pizarro en persona con Peransúrez, Diego de Rojas, el famoso también Gonzalo Pizarro y otros capitanes y allí mismo don Hernando le quitó el mando a Candía y se lo dio a Peransúrez, con quien yo marché a Carabaya y a Ayavire, montes adentro otra vez y en el peor tiempo, que yo pensé que era mi fin como los otros el suyo y más de uno acertó, aunque yo, por fortuna, me equivocara.

Que dentro de lo malo siempre he tenido alguna suerte. Y después, en lugar de seguir, nos volvimos por el mismo camino, pero no todos, sino menos de la mitad, que los otros se quedaron por las barrancas helados o muertos de hambre. Algo se ha hablado de eso, pero unos lo cuentan y otros lo viven.

Y todavía otros que no han andado en el trance lo cobran en mercedes. Con Peransúrez iba yo todavía cuando sucedió la mala muerte de Pizarro el viejo, y al saberlo nos volvimos todos desde Chuquisaca hasta el Cuzco, y allí nos reunimos hasta trescientos, todos hombres de armas, y fuimos por Guamanga y la provincia de Jauja a Guaylas, donde estuvimos más de tres meses esperando a Vaca de Castro, y yo, con otros, volví a Guamanga, que también lo llaman Ayacucho, y allí estuve hasta cuando llegaron a Guaylas las tropas de Vaca de Castro, y tuvieron un recio encuentro con Almagro el mestizo en septiembre de Las regulaciones.

Pero no fue así, por fortuna. Como hombre veraz lo confieso, que aquí no me falla la memoria. Hasta cuando defendía al virrey estaba en falta y querían hacérmelo pagar. Reconozco que alguna vez he hablado más de la cuenta y la muerte de alguno es testimonio, pero los que se pierden en estas tierras se pierden porque quieren, que lejos están de Castilla, y si Pizarro, y Girón, y Almagro acabaron mal fue porque ninguno de ellos tenía bastantes arrestos para alzarse con la corona del Perú y hacerse rey contra el de Castilla, que allí no saben nada de lo que pasa aquí por la distancia, y aunque quisieran remediarlo ya sería tarde.

Eso es lo que he dicho siempre». Escritas estas páginas, Lope de Aguirre se levantó, las leyó, se quedó dudando y luego arrojó los papeles al fuego.

Viéndolos arder se decía: «No sé qué me pasa que en poniéndome a escribir siempre digo cosas por las que pagaría con la cabeza si se divulgaran». Veía arder los papeles y se agradecía a sí mismo aquella precaución.

Cuando los papeles se consumieron, Lope de Aguirre decidió que era pronto para escribir sus propias hazañas. Había soldados que tenían consigo sus mujeres o sus mancebas en el real, aunque la mayor parte pensaban quedarse en tierra cuando embarcaran.

Algunos llevaban consigo también la hacienda. Una hacienda miserable, como se puede imaginar. Lope llevaba a su hija Elvira, de trece años, y a una sirvienta llamada la Torralba, criolla de vida dudosa, a quien Lope había redimido más o menos y obligado con las promesas del Dorado.

Era un poco rara aquella mujer. Lo primero que hizo al llegar a Santa Cruz fue subirse al solamar de la casa y cantar una jota soriana. Luego se disculpó con Lope de Aguirre: —Subí para tender ropa, y una vez allí tuve que cantar.

La verdad era que tenía buena voz y que la gente acudió a oírla. En la casa había una habitación decorosa y cómoda que ocupaban la niña Elvira y la Torralba.

Las dos eran muy religiosas y la Torralba trataba de hacerse perdonar su pasado a fuerza de rezos. Aquello de la jota era una vena de extravagancia que había en la familia —decía ella— por el lado materno. En cuanto se sentía en un lugar elevado, una escalera, la rama de un árbol, lo alto de una colina, rompía a cantar.

Lope la llamó, y al tenerla delante le dijo: —Mañana sale una tropilla de motilones de carga para el valle. Mire si Elvirica necesita alguna cosa. Necesitaban tantas y habían renunciado tantas veces a tenerlas que la Torralba dijo que no.

Nada necesitaban sino la ayuda de Dios cuando llegara el momento de partir, que parecía atrasarse demasiado, y aquello le daba mala espina.

Pero acababa de decirlo cuando Elvira acudió pidiendo que le compraran un espejo. Iba la niña un poco echada hacia delante, porque de otro modo se le marcaban demasiado los pechos y, siendo una novedad en su cuerpo, no estaba acostumbrada.

Un día la Torralba le explicó la causa de aquella tendencia de la niña a encorvarse y Lope alzó las cejas, extrañado: —Parte es del atractivo de la mujer, ¿no es eso? Era Elvira joven y linda, con la piel dorada de las mestizas, y en sus ojos, ahora, que iba siendo mujer, descubría a veces Lope luces familiares.

No disimulaba la Torralba su miedo a la expedición y a veces la niña se contagiaba del miedo de la dueña. Las dos estaban contentas, sin embargo, de que fuera río y no mar donde iban a navegar. Les decía Lope aquella tarde lluviosa mientras paseaba por el cuarto acomodando los pasos a la cojera:.

Dentro de algunas semanas estaremos en el río y por él iremos a donde podamos mejorar en honra y provecho. Diciendo esto Lope creía ver a la Torralba cantando su jota soriana en el solanar de un palacio del Dorado con maineles de plata maciza.

La Torralba recelaba: —He oído decir que los indios brasiles suelen ir a la guerra para hartarse de carne humana. Parecía oírle la Torralba con escepticismo. Y añadió: —Lo que dudo es que tan pocos hombres puedan sujetar a tanta gente de guerra como debe haber en el Dorado.

Iba Lope irritándose porque sabía que la Torralba no le creía. Ordás fue el primero que tuvo noticias y supo que ese señor del Dorado era tuerto para más detalles y que llevaba tantos canutillos de oro como victorias había tenido y ofrendaba cada año al lago un bulto del tamaño del hombre, todo de oro macizo, con otras figuras alrededor de reyes muertos o sojuzgados, y éstas no son fantasías, sino noticias de hombres como yo.

Seguía escéptica la Torralba, como suelen serlo las mujeres viejas ante cualquier novedad. Lope insistía: —Y sabemos muy bien dónde está el imperio omagua y también la casa del sol de la Nueva Granada y otras cosas de más suponer, y las veréis antes de mucho, y aún os daréis de narices con ellas.

Hace no más de diez años, Quesada, hermano del adelantado, fue a esas tierras o, por. Para más señales de orientación, llevaba el pecho cara al sol en la mañana y en la tarde el sol no le daba sobre la espalda, sino sobre el hombro derecho, y así llegó con los suyos al Guaviare, que es un río, y luego a Macatoa, y andando ocho jornadas más con el sol en el hombro derecho llegó a la gran población de Omagua.

Le habían dicho que no se acercaran a la ciudad porque eran muchos y muy guerreros los habitantes, y lo mismo le pasó a Cortés en México, pero si hicieran caso nunca habrían entrado.

Y en la ciudad de Omagua la vieron con calles derechas y largas y casas muy juntas, sobresaliendo una que estaba en medio y pertenecía al cacique Guarica.

Allí tenía su morada y templo con muchos ídolos de oro grandes como una niña de cincuenta lunas, que así cuentan la edad los omaguas. El jefe Huten, que se llamaba así porque era de origen tudesco, mandó entrar y dio batalla contra más de quince mil indios, a los que venció y desbarató.

Pero, no pudiendo sostenerse en la tierra, acordaron salir de ella. Al pasar por Tocuyo fue Huten muerto por Carvajal. Todo eso pasó y anda escrito y todo el mundo lo sabe. Pero nosotros vamos a hacer cosas mejores con la ayuda de Dios, y aun sin ella, y en los omaguas, y más adentro de ellos, en el Dorado.

Aunque incidentes como aquél eran frecuentes con la Torralba, nunca podía acostumbrarse Lope a ver que había gente inocente y de buena fe dispuesta a dudar de lo que él decía.

Simplemente, porque lo decía él, y tal vez porque era cojo. La idea de que comenzaba a ser viejo y no podía confiar mucho en el futuro para labrarse aquella autoridad que no tenía aún lo trastornaba a veces. No tenía autoridad siquiera con la Torralba.

Se reunía Lope a menudo con Zalduendo, García de Arce y Pedro Castillo a murmurar de Ursúa, no como capitán, sino como hombre joven siempre dispuesto a darse importancia. Pero no todos estaban de acuerdo con esto. Luego hablaban de mujeres. Zalduendo era el más enamorado del grupo. El metisaca —como llamaba al amor— lo traía loco la mayor parte del año y andaba con una doña María, mulata, casada, que le hacía malas ausencias a su marido en el real.

La llamaban doña por broma, pero todos le daban aquel tratamiento, lo que no le molestaba ni mucho menos a la mulata. Así como Elvira, la niña de Lope, quería un espejo, la mulata quería una polvera.

Tenía fama doña María de gustarle el vino, además. Su debilidad era el trago y el albayalde. Prefería García de Arce a las mujeres «de la vida» y odiaba a las que, dándoselas de honestas, andaban con melindres y presunciones. Y contaba que en su viaje de Quito a Lima —que lo hizo casi todo por mar— encontró una dama quimerista y él la requebró, y ella le dijo que era la esposa de un capitán que iba a Lima a reunirse con su marido, y que por eso le estaban mal los martelos.

Aquello de ser la esposa de una. Reía Zalduendo y miraba a Lope, quien, taciturno e inquieto como siempre, antes de que Arce acabara con su historia ya estaba pensando en otra cosa.

Pensaba que Ursúa podría aprovechar, si quisiera, la fuerza de todos los que estaban allí en armas para lanzarse sobre Lima y darle un sobresalto al marqués de Cañete.

De eso no habló, como es natural. Sabía que aquellas bromas se pagaban caras. Pero el pensamiento no delinque y en él se entretenía. Había salido de España con su nombramiento de regidor, pero cada día le había traído alguna contrariedad, y ahora, con su cojera y su mano izquierda engarabitada, no podía pretender muchas grandezas.

La fama de loco le venía de aquella impaciencia que con el menor pretexto estallaba sin ton ni son. Recordaba un pequeño incidente con cinco soldados en la plaza de Santa Cruz, todos grandes, huesudos y musculosos, y con ellos Lope, enclenque y corto de talla.

Uno de los gigantes mostraba los brazos y decía a lo jaque: «Si una flecha diera aquí saldría rebotada». Otro creía que eran los músculos de las piernas los más importantes para el combate porque con ellos se aguantaba el envite y desde ellos se respondía. Cada uno presumía de algo, y al final dijo Lope con su voz bronca: —¿Y de lo que no se nombra cómo andamos, caballeros?

Tenía fama de bravo Lope, y nadie dudaba de su arrojo porque aquella reputación en un ser tan desmedrado era rara y sin proporción y la gente gusta de los contrastes. Anduvo Lope aquel día indagando con sus amigos sobre el estado de los bergantines en construcción, y al anochecer volvió a su casa.

Tuvo la tentación de ponerse otra vez a escribir, pero no estaba seguro de ser más discreto ahora que antes y se estuvo un largo espacio tumbado en el suelo junto a la chimenea, en una manta.

Las dos camas que había las usaban las mujeres. Se le iban los años sin haber hecho lo que pretendía en su juventud. Entretanto iba y venía zapateando —así decía por cojeando — sin rumbo. La fama de valiente que le ponían era una fama mixta de bufonería. Una vez dijo Zalduendo: —Es mezquino de cuerpo Aguirre, pero tiene el ánimo de un león.

En todo caso, el hidalgüelo de Oñate no iba a tener ya una oportunidad para recibir en las contiendas la parte del león. En tiempos de guerras y conquistas había dos clases de hombres: los que hacían algo y salían adelante con títulos de nobleza,. Así decía el soldado: «A mi tío se lo comió una culebra», como la cosa más natural del mundo.

Tal vez era Lope uno de esos héroes de la antiepopeya y moriría también tragado por una alimaña. No era broma. Las serpientes abundaban y eran bastante grandes para comerse a un cristiano. Él había visto una en Venezuela que se había tragado un buey después de quebrantarle los huesos.

Lo había engullido ya todo, pero quedaban fuera los cuernos, y algunos soldados decían que era una culebra cornuda y otros que no, y Lope fue a verlo. Pudo acercarse porque estaba la serpiente demasiado embarazada para escapar o agredir a nadie, y fue él quien decidió que no tenía la serpiente —una de las llamadas boa constríctor— cuernos, pero que los tenía el buey.

Tardó tres días la serpiente en romperlos y echarlos fuera. Estas reflexiones impacientaban a Lope no contra los otros, sino contra sí mismo.

Alguna vez había pensado en matarse, y si no lo hizo fue porque tenía una hija por quien velar y también —todo hay que decirlo— porque un hombre que se mataba estando en un lugar como aquél, donde se podía dar la vida tan fácilmente en acción guerrera, era un hombre muy para poco.

Algunos días se despreciaba a sí mismo, y entonces tenía que insultar a cualquiera de los negros que iban en la expedición. Aquellos insultos acababan en bromas, risas y amistades. Los negros eran esclavos y reían en cuanto se les daba la menor oportunidad.

Los que había en Santa Cruz no eran más que seis, porque los otros estaban trabajando en la corta de madera para los bergantines. Cuando Lope bebía un poco más de la cuenta, aunque no solía emborracharse, decía a alguno de aquellos negros que a veces actuaban de verdugos: —Yo sé cuál es el trabajo que más le gustaría a su mercé.

Lope añadía: —Me alegro de saberlo, morenos. Siempre se halla empleo para una buena habilidad. Ellos decían a todo que sí por seguirle el humor. Lope sabía que aquellos negros eran gente infantil, aunque a veces parecían viejos demonios. Aquella tarde los negros se cobijaban bajo el porche de la plaza porque estaba lloviendo y uno de ellos, a quien llamaban Alonso, llevaba la voz tónica de la jácara: —¿Qué cosá?

A veces salía uno a bailar y a veces otro. Bailaban como si estuvieran solos. Es verdad que nadie se detenía a mirarlos si no era Pedrarias, un soldado con manías de humanista, que quería enterarse de todo. Los negros seguían: —La limeña yendo a misa y el cortejo de mamá.

Seguían así a veces por horas enteras diciendo «cosas». Lope los miraba y les decía a veces que Ursúa había cogido a Bayamo, el rey de los negros de Panamá, y lo había puesto en collera y llevado a los pies del virrey. Decía Lope bajando la voz: —Nada, hermano.

Ya le pasó. Lo alcorzaron. Querían los negros a Lope de Aguirre porque los convidaba a beber y porque hablaba bien de Bayamo, rey de los negros, alcorzado por la cabeza.

Había una persona en el real que, siendo de la verdadera nobleza andaluza, trataba a Lope con más consideración que la gente ordinaria. Ése era don Hernando de Guzmán, pariente de reyes y de la sangre de los Medinasidonias.

Lope se dio cuenta de que aquel hombre principal, que era sólo un muchacho, todavía lo respetaba más que los otros. Tal vez aquel respeto era solamente el que un joven adolescente suele tener por un hombre casi cincuentón, pero, fuera lo que fuera, respeto era, y Lope se encontraba más a gusto con don Hernando de Guzmán que con otros soldados de la expedición.

Nunca decía Guzmán chocarrerías ni hacía el menor comentario cuando oía opiniones sobre Ursúa en favor o en contra. En realidad, nunca emitía una opinión, a no ser que se la pidieran expresamente, y aun entonces respondía cosas que trataban de ser conciliatorias para los dos bandos si había discrepancia y discusión.

Lope se decía: «Ése es el estilo de los poderosos, de los que tienen algo que perder. Todos los que en la vida tienen algo que perder son discretos y prudentes, tienen frases de amistad y no discrepan a nadie, aunque con nadie están profundamente —y menos apasionadamente— de acuerdo».

Así era don Hernando. No estaba en el caso de conquistar nada como Lope, sino de defender sólo lo que tenía. Aquello lo dejaba disgustado de sí mismo, pero el disgusto le duraba poco.

Sucedió en aquellos días que una niña de nueve años llegó llorando al real, se acogió al amparo de Ursúa y éste le preguntó qué le pasaba.

Con intérprete pudieron averiguar que el marido de aquella niña era un viejo cacique y acababa de morir. Las cinco esposas que tenía debían morir también, según la costumbre, para que sus almas acompañaran a la del marido en el viaje post mortem hasta que encarnaran en alguno de los animales salvajes de la montaña, especialmente venados y papagayos.

A la niña no le asustaba la muerte, pero sí la selva, adonde tendría que ir cuando fuera cierva o lorita. Ursúa la retuvo consigo, días después la bautizaron y la pusieron al servicio de una dama hermosa y misteriosa que acababa de llegar a Santa Cruz y que era la amante de Ursúa.

Se llamaba Inés —según dije antes—, Inés de Atienza, y miraba a la niña y repetía: —Es para no creerlo, una viuda de nueve años. Parecía la niña feliz allí. Le enseñaban español lo más rápidamente posible para poder usarla como lengua —así decían— con algunas tribus del interior, si era preciso.

A todo esto, la tropa de Santa Cruz estaba ya completa y bien armada. Envió Ursúa veinte arcabuceros más a los astilleros de Topesana, para custodia de los que trabajaban en los bergantines, y cincuenta indios para relevar a los que abanicaban a los trabajadores.

Había allí equipos dedicados a eso, sin los cuales habría sido imposible hacer nada, no sólo por el calor y los mosquitos, sino también por los tábanos, las avispas y hasta por una especie de cucarachas volantes. Era aquella tierra muy caliente, por estar en la línea ecuatorial, y todas las alimañas grandes o chicas vivían allí y se reproducían muy a su sabor.

Había quienes tenían más miedo a un ciempiés o a una de aquellas cucarachas volantes que a las flechas envenenadas. Los soldados iban saliendo para los astilleros porque lo mejor de la intendencia estaba ya a la orilla del río y poco a poco llegó a desaparecer de Santa Cruz la mitad de la gente.

Indios mansos con vituallas —casi siempre ganado mayor o menor— iban también en jornadas lentas al río Motilón, adonde llegaban en tres días más o menos, ya que distaba unas veinte leguas.

Lope seguía en Santa Cruz y miraba a su alrededor tratando de formarse un grupo de amigos leales, pero no conocía bastante a aquella gente para encontrarles el lado propicio.

Había entrado en buena amistad con Frías y con otro capitán que estuvo también en la aventura de los Andes con Peransúrez años atrás y a quien libró una noche de morirse de frío.

Pero como todos sabían que la situación en Santa Cruz era provisional y andaban con cuidados de alojamiento y comida, nadie se detenía a hacer amistad con nadie y bebían y brindaban y se separaban, como suele pasar en las posadas de los caminos. A la hora de ir a los astilleros, Lope de Aguirre pensaba llevar a Elvira a la grupa de su caballo, pero necesitaba una mula de carga y otra de andadura para la dueña.

A veces le decía a la Torralba: —¿Estáis hecha a los malos caminos? Ella no sabía si se lo decía en sentido real o figurado y se abstenía de responder, recelosa. Buscó Lope jamugas para la mula de la dueña y acabó por encontrarlas, aunque no tenía prisa por partir.

La gente se había puesto peligrosamente inquieta con los aplazamientos. Pero Lope solía tener reacciones contrarias a las de los demás. Y cada día estaba un poco más tranquilo.

Solía sucederle en las vísperas de las fechas decisivas. En todo caso, el hecho de haber formado listas de caballos y mulos y arneses y haber enviado al río la mayor parte del matalotaje quería decir que estaba ya señalada la fecha para embarcar.

Según la costumbre militar, esa fecha no la sabía nadie sino el gobernador Ursúa. Éste iba a Lima y volvía completando los preparativos. Lope se encontró en la plaza con el padre Portillo, quien se había decidido a ir en la expedición, como dije antes.

El buen cura no tenía grandes ánimos ni espíritu aventurero alguno, y cuando vio un día que iba como capellán de la armada otro sacerdote llamado Alonso de Henao sospechó que las promesas de Ursúa podían ser palabras vanas y se desanimó más todavía.

Lope le dijo:. Según el refrán, cuando no puedas con tu contrario, pásate a su bando. El padre Portillo, sospechando que había ironía en aquellas palabras, suspiraba y no respondía. Era receloso también. Trató Lope de consolarlo, le dijo que su obispado era cosa más que probable y finalmente decidieron hacer juntos el viaje al río Huallaga o Motilón.

Llevaba consigo el padre Portillo algunos libros que pensaba empaquetar con sus ropas y entre ellos una biblia. Lope se la pidió y la abrió al azar por los salmos de David. Leyó los versículos 10, 11 y 12 del salmo «Todas las gentes me cercaron y en el nombre del Señor me vengué contra ellos».

Lope se quedó un momento reflexionando, y al devolverle al cura el libro repitió el tercer versículo. Luego añadió: —Hasta en los libros santos se autoriza la venganza. El cura no sabía qué pensar porque le habían hablado de Lope como de un hombre atolondrado y violento. Se atrevió a decir: —En este libro hay las palabras que a cada cual le pueden salvar.

Repetía con una voz grave y un poco lejana: «Todas las gentes me cercaron, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos». Recordaba aquellos versículos y los repitió varias veces a lo largo del camino. Iban a la ribera del río Huallaga, un río bastante ancho con raudales fuertes, que iba a desembocar más abajo en el Amazonas.

Cabalgaba la Torralba en su mulo muy a lo señora, y por un momento pareció que iba a cantar la jota soriana. El padre Portillo se hizo bastante amigo de Lope y ayudó durante el viaje llevando del ronzal el mulo de carga en los pasos difíciles.

En cuanto a Elvira, iba a la grupa del caballo de su padre y miraba asustada, sintiéndose un poco perdida en la violencia de aquellos paisajes. Adoraba Lope a su hija, y sintiendo sus brazos alrededor de la cintura y la cabeza apoyada en su espalda, no podía evitar alguna palabra amorosa.

Hay una legítima voluptuosidad de padre y Lope no había pensado renunciar a ella. Así, cuando Elvira le preguntaba si faltaba mucho, él la respondía: «Sólo un pequeño trecho, corazón mío». Pero le sucedió a Elvira un accidente desgraciado.

El espejito que le habían traído de Lima se le fue de las manos cuando se miraba y cayó trompicando a un abismo en cuyo fondo se veía azulear un arroyo. No se atrevió la niña a pedir a su padre que. Y se quedó el resto del camino bastante triste.

Cuando llegaron a la ribera vieron que el campamento estaba muy animado y que los bergantines eran nueve y estaban en tierra varados sobre carriles de madera, según costumbre. En el agua había además varias balsas y unas embarcaciones de forma nueva y nunca vista que llamaban los marineros chatas cordobesas y que eran rectangulares con dos pisos, uno al nivel del agua, otro a dos estados de ella, y en el piso segundo unas toldillas para proteger del sol a la gente.

El calor allí con cualquier tiempo —nublado o sereno— era de veras angustioso y todos se decían, aunque sin creerlo, que una vez en el río las brisas de la hoya refrescarían el aire. Además, en aquellos días de junio de la estación vernal estaba en toda su furia. Ciertamente que en aquellas latitudes el invierno y el verano apenas se distinguían y tan calientes eran los dos que los indios, si tenían que trabajar, lo hacían de noche, aunque en general lo evitaban.

Sólo se distinguían las estaciones por el régimen de lluvias. Desde julio hasta Navidad llovía poco. A partir de la Navidad solía haber una tormenta diaria que comenzaba a la hora de la siesta.

El calor hacía a veces imposible el trabajo, y no sólo para los españoles, sino también para los indígenas aclimatados al lugar. En todo caso, la Naturaleza era generosa y proveía en aquellas latitudes con largueza de frutos de la tierra y peces del río y también aves u otros animales del bosque.

Era como si sabiendo que no se podía hacer nada bajo un sol mordedor e implacable se adelantara a ofrecer al hombre lo indispensable para que viviera sin trabajar. No sucedía eso en todas partes, sin embargo, sino sólo en algunos lugares del interior, donde los indios, sabiéndolo, tenían sus mayores poblados.

En Santa Cruz, que era tierra alta, no había aquella abundancia ni mucho menos. Al lado del río Huallaga, tampoco. Pero habían sido llevados a aquel lugar rebaños de cabras y de ovejas, vacas y grandes cantidades de una harina especial con la que hacían galleta.

Llevaban también aceite y sal, esta última abundante. Lope de Aguirre veía a su alrededor mucha gente impaciente, y con aquello se afirmaba mejor en su calma. Pero aún no he visto que los hombres reciban según sus méritos.

Y en tiempos revueltos como los que vivimos es necesario que los hombres plebeyos suban y reciban su premio, cuanto más los que hemos nacido en casa hidalga y libres de pechos».

Después de estas u otras palabras parecidas, no era raro que Lope recordara los versículos del salmo de David. El cura no sabía qué pensar. Tan pronto le parecía Lope un perdido como un hombre razonable con posibilidades de virtud.

Su aire ascético lo parecía más porque faltándole las muelas de arriba no podía alimentarse y comía poco y mal era más de ermitaño del yermo.

Pero el cura no podía menos de salir de su error oyéndolo a veces blasfemar. El padre Portillo no era muy inteligente ni tampoco fuerte de carácter, y, en definitiva, más que por la ambición del obispado, iba con la expedición para no separarse demasiado de sus seis mil pesos.

Su falta de carácter se advertía mejor cuando se le veía al lado del padre Henao, hombre sanguíneo, decidido, buen razonador y con muchas letras humanas. En cuanto Portillo vio a su colega pensó, como dije antes, que si de aquella entrada salía algún obispado sería para el padre Henao.

Sin embargo, podría suceder que hubiera dos. Y entonces Ursúa le daría a él el segundo antes que pagarle los seis mil pesos con réditos o sin ellos.

De eso estaba seguro el padre Portillo. Una tarde, en la cantina, Lope de Aguirre, Frías y algún otro soldado discutían materias graves. Frías, capitán casi famoso, exponía sus ideas sobre la guerra y la paz. Aguirre escuchaba y con frecuencia pensaba lo contrario.

Dijo, como si con estas palabras quisiera cerrar la discusión: —Lo que pasa es que en la vida está permitido todo y vuesas mercedes no se han enterado todavía. Frías no quería quedarse atrás, pero tampoco deseaba darle la razón a Lope. Y dijo con cierto aire de superioridad: —En la vida está permitido todo, es cierto, señor Lope de Aguirre, pero no a todos.

Los otros soldados callaban. Lope de Aguirre concedía: —Ciertamente que no a todos. Al ruin no le está permitido nada. Al bellaco le está permitido todo si es maestro y dueño de su bellaquería y no esclavo della. Apuntaba Lope con un dedo a su propio corazón: —Aquí nos lo dicen.

Volvió el silencio. Frías invitó a beber otra ronda y apuraron los vasos. Lope repitió: —A todos les está permitido todo, menos al ruin. Frías se apresuraba a darle la razón, pero Lope adivinaba que aquella idea era nueva para él y le halagaba y le sorprendía y le escandalizaba, todo al mismo tiempo.

Pocos días después pudo confirmarlo de manera inolvidable. Sucedió que dos capitanes y dos soldados fueron juzgados en Santa Cruz, condenados a muerte y decapitados. Uno de los capitanes era precisamente Diego de Frías, hombre de confianza del virrey.

El otro, amigo también de Lope nada menos que el tesorero de la jornada , se llamaba Francisco Díaz de Arlés. Como Frías, había sido Arlés antiguo amigo del gobernador Ursúa.

En cuanto a los soldados, eran gente anónima, sin relieve. Cuando Ursúa hizo saber que lo había nombrado teniente general hubo algunas decepciones, porque aquél era el puesto más codiciado. El nombramiento fue imprevisto e hizo pensar a Frías y a Díaz de Arlés que los otros tampoco se harían de acuerdo con los planes que más o menos llevaban todos en la cabeza desde el día que se alistaron.

Parece que entre lo que cada cual pensaba de sí mismo y lo que pensaba Ursúa había una diferencia y aquello dejaba a Frías y a Arlés perplejos. Peligrosa suele ser la perplejidad de los capitanes armados en tiempos de paz. Hubo que enviar una misión al interior para reinstalar algunos indios en sus lugares —después de haber trabajado en los astilleros— y recoger víveres ya comprados y envió Ursúa a su flamante teniente general Pedro Ramiro con los capitanes antedichos y algunos soldados.

Pero los capitanes se creían humillados por el hecho de estar bajo el mando de Ramiro, a quien consideraban hombre civil, y a mitad de camino se volvieron dejándolo solo con un puñado de soldados y un centenar de indios. A poco de separarse los dos capitanes encontraron a los soldados de la retaguardia Grixota y Martín y éste les preguntó extrañado: —¿Adónde bueno caminan vuesas mercedes?

Los capitanes no sabían qué responder y por fin dijo Frías: —Nos volvemos al real, porque el teniente general Ramiro es desleal al gobernador. Eso es contra el rey y habíamos pensando prenderle, pero siendo sólo dos no es seguro poderlo reducir.

Si vuestras mercedes ayudan podríamos ir los cuatro y hacer nuestra obligación. Los soldados, que no tenían por qué dudar de los capitanes, prometieron y fueron los cuatro en busca de Pedro Ramiro, que estaba, como si el diablo dispusiera las cosas, a la orilla de un río, sólo con un soldado y toda la gente en la orilla contraria.

Habían ido pasando de dos en dos en una piragua y Ramiro esperaba que ésta volviera. El día y la hora eran de un calor intolerable y se oía en las ramas de algunos árboles estallar la savia.

Al llegar los cuatro entraron en conversación como si no pasara nada y luego Ramiro les preguntó de mal talante: —¿No decían vuesas mercedes que se iban al campamento? Han hecho bien en volver, porque de otro modo habría tenido que dar conocimiento a nuestro jefe.

Diego de Frías alzó la voz, presuntuoso: —Jefe por jefe el mío es el virrey y a él me atengo. Comprendió Ramiro que allí había un resentimiento envenenado y fue a replicar con alguna ira, pero se contuvo y mostrando la piragua dijo: —Vayan vuesas mercedes al otro lado. Sólo hay lugar para dos cada vez.

Vayan y luego pasaremos yo y este soldado. Todavía no. En aquel momento cayeron los cuatro sobre Ramiro y lograron, aunque a duras penas, sujetarlo y desarmarlo. Cuando lo tenían maniatado, Frías le puso una daga envainada por delante del cuello, bajo la barba, y la apretó con las dos manos hasta que causó a Ramiro la muerte por estrangulación.

Entonces pensaron cortarle la cabeza y llevarla al real, pero decidieron arrojar el cuerpo entero al río. Al ver lo que sucedía, el soldado que estaba esperando con Ramiro la piragua salió corriendo y llevó la noticia al gobernador Ursúa. Éste, para evitar que el soldado hablara, lo hizo arrestar hasta que el negocio quedara esclarecido.

Días después llegaron los dos capitanes, fueron ante el gobernador y le dijeron que Ramiro se había levantado contra el rey y tuvieron que arrestarlo y que después quiso huir con la gente y se vieron en el caso lamentable de matarlo.

No habían llevado su cabeza temiendo que los grandes calores la descompusieran por el camino. Y se lamentaban de haber tenido que llegar a aquella medida extrema. Ursúa disimuló y los capitanes quedaron en libertad hasta que llegaron los dos soldados cómplices y cuando estuvieron todos en el campamento los arrestó y los envió con fuerte escolta a Santa Cruz, donde días después fueron juzgados rápidamente en público y los condenaron a muerte por traidores.

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sociedad debe organizar y hacer funcionar. Sociedad, , nov-dic. Editorial Texto. Autor: Reverendo Edison Campaña Pág. Hacia una moral sin dogmas. Editorial Losada. Buenos Aires. no por disposición natural. de hábitos y costumbres.

Sánchez Linares, Felipe. TEDESCO, J. ciudadano", en Nueva Sociedad, , nov-dic. una calidad de educación. Baxter Pérez, E. La educación en valores.

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y prosperar con el trabajo de sus manos, mentes y corazones. y económicos. justifican otros sentimientos y acciones equivocados. los sentimientos y acciones positivas y beneficiosas. para conseguirlo. separarse de tales deseos. dependencia y una naturaleza más amorosa. injusticias hasta que los individuos sean libres.

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momento de morir se tendrán que abandonar. ser y de vivir como un depositario. Humildad es dejar hacer y dejar ser. reverenciado primero. uno se vuelve humilde, adquiere grandeza en el corazón de los demás. negativos que éstos sean. ambiente atractivo, cordial y confortable. de luz que emite señales sobre lo que nos espera a lo lejos.

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parece adecuado. Debe haber un equilibrio entre los dos. experimentará su veracidad. apoyara en los recursos temporales.

Imperecedero porque es ilimitado, constantemente radiante y siempre disponible. gratificaciones momentáneas. estado interno en el que el amor se revele en el rostro y en cada actividad. para ejercitar su fortaleza y recursos internos. no les ofrezcan amor. esfuerzo se hace para amar, más amor se recibe.

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sentirán en los momentos de más vulnerabilidad. perjudica también al trasgresor. subordina a uno artificial. existe una espiritualidad compartida.

By Dikree

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